De Tahrir a Gamonal: la calle global y el hacer la política

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Foto: Asamblea en Gamonal. Fuente: Asamblea Logroño 15M.

 

Bernardo Gutiérrez y Pablo de Soto (publicado en eldiario.es)

Nadie esperaba que la lucha vecinal del Parque Gezi de Estambul que empezó en 2012 fuese a transformarse en una de las mayores revueltas de la historia turca. Pocos intuían que la movilidad urbana encendería las protestas de Brasil de 2013. Mucho menos que las peticiones del Passe Livre brasileño abrirían el abanico a otras cuestiones urbanas en Fortaleza (Parque Cocó) o Rio de Janeiro (desalojos). El estallido del barrio obrero de Gamonal en Burgos contra un boulevar creó una sorprendente ola de solidaridad e información expandida.

¿Existe algún tipo de conexión entre los movimientos urbanos que estallaron en el mundo tras la batalla del Parque Gezi? ¿Qué tiene qué ver la lucha contra la especulación inmobiliaria del Parque Augusta (São Paulo) con las protestas contra una reforma urbana “de arriba-abajo” en Hamburgo? ¿Alguna semejanza entre las luchas de la Plataforma de Afectados de la Hipoteca (PAH) de España y los Comités Populares de la Copa de Brasil?

El informe World Protest 2006-20013, de la Friedrich Ebert Stiftung, que estudia las 843 grandes revueltas del periodo, destaca la importancia de las ocupaciones, asambleas urbanas, desobediencia o acciones directas (366 de las 843). Sin embargo, lo urbano se considera medio y no causa o fin. Pero precisamente las revueltas de Turquía, Brasil o Gamonal muestran una radical novedad. En todas ellas, lo urbano es simultáneamente causa y espacio de lucha, objetivo y interfaz de participación política. ¿Podría aplicarse a Gamonal el concepto de Global Street que la socióloga holandesa Saskia Sassen acuñó tras las revueltas de los países árabes? ¿O encaja mejor la tesis de las «ciudades rebeldes» contra el «urbanismo parasitario» de David Harvey?

Saskia Sassen conceptualiza la idea de «calle global» a partir de las ocupaciones de los centros urbanos de las revoluciones árabes. La calle global es una respuesta auto crítica a su idea de Global City, la urbe de la economía globalizada. Calle global: espacio público «duro» donde los que no tienen poder producen «situaciones complejas» y consiguen «hacer la política». La calle global no es solo un espacio físico, sino un espacio semántico. En ella ocurren discusiones que de otra manera no sucederían. La calle global existe cuando se activa un bloqueo físico al poder: vehículos militares en Cairo, máquinas de construcción en Estambul o Burgos. Además, Sassen introduce un matiz interesante al término ‘street’ (que implica acción), para diferenciarlo de boulevard o piazza.

La viralidad de la calle global

El 14 de enero apareció una pintada en Estambul, #DirenGamonal, relacionando Gamonal con Gezi Park (#DirenGezi). «Diren» significa «resistencia» en turco. Curiosamente, en España ya se usaba el hashtag #GamonalResiste. Y la información fluía en turco desde múltiples cuentas y etiquetas. El influyente colectivo turco RedHack entendía el día 13 a Gamonal como una mutación de la lucha de Gezi. Por otro lado, IMECE («Movimiento por el urbanismo de la gente»envió el día 16 un mensaje a Hamburgo y Gamonal: «Abrazamos el camino iluminado por las barricadas de Hamburgo y Gamonal. ¡Resistiremos! ¡Resiste Hamburgo! ¡Resiste Gamonal!”

¿La conexión de Estambul con Gamonal es emocional? ¿Comparten causas, imaginario y algunos métodos? ¿O algo más? ¿Cómo llegó #Gamonal a ser viral global el día 14? En la era red, cualquier intento de linealidad o de causalidad directa es insuficiente. La secuencia violencia policial + indignación + empoderamiento existió en el proceso 15M, como prueba el estudio Emociones 15M. Y la misma secuencia de violencia policial y desprecio del establishment generó una revuelta de causas / malestares ensamblados en Turquía y Brasil,  lo que marca ya claras diferencias con el caso Gamonal, como apunta Juan Luis Sánchez.

La conexión – no lineal, no causal – de Turquía y Brasil aparece en la visualización de redes de Interagentes sobre la movilización del 6 de junio de São Paulo, con la destacada presencia de dos cuentas turcas (Recep Tayyip Erdoğan y Diren Gezi Parkı). A falta de un estudio global riguroso, existen evidencias de fato (causas, formatos, consignas) que relacionan las luchas. Y una fuerte matriz urbana común. En Fortaleza, el movimiento Salve o Cocó gritaba en junio «el parque Cocó es nuestro parque Gezi». En Belo Horizonte, el contacto de colectivos turcos con brasileños creó incluso un acto llamado Turquía libre. En Rio de Janeiro, donde el capitalismo urbanístico fuerza el desalojo de miles de familias, uno de los gritos fue «acabó la buena vida, Rio va a convertirse en otra Turquía”). «Taksim es nuestro», coreaban en la plaza de Taksim en noviembre de 2012. «La calle es nuestra», lucía en una pancarta de Gamonal. «No es por un parque», gritaban en Estambul tras la violencia policial. «No es por un Bulevar», afirmaban en Gamonal.

¿Casualidad o contagio? ¿Qué habría sido de las luchas vecinales de los años setenta con la existencia de Internet?¿Hasta qué punto han influido las redes – analógicas, digitales, locales, internacionales – previas al estallido burgalés? El sistema red de asociaciones vecinales y el ensamblaje humano de la comunidad Gamonal fueron importantes, como lo fue la red de mezquitas en las revueltas de El Cairo, según Sassen. Pero también es bastante visible como el sistema red 15M, tal como se define en el estudio Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas,  ha sido clave en la viralización del #EfectoGamonal. Un sistema red que forzó a los medios a hablar de Gamonal, expandió globalmente la información y conectó luchas.La calle global es calle glocal. Y está hecha de adoquines y píxeles.

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Foto: Ozan Onursal

Movimiento por un urbanismo de la gente
Sin que existan respuestas categóricas, podríamos afirmar que la cuestión urbana gana protagonismo. Causa-objetivo, motivo-proceso. Revueltas urbanas en genealogía y espacialidad que podría confirmar la era de las ‘Ciudades Rebeldes preconizada por David Harvey. Las revueltas de Gezi, de hecho, rescataron el «derecho a la ciudad» del que hablaba Henry Lefebvre en 1967. Un derecho que implica la capacidad de controlar, dirigir y guiar el desarrollo urbano por parte de la gente. De hecho, desde el estallido de las revoluciones árabes algunas tesis urbanas refuerzan su sentido. La PosMetrópolis de Edward J. Soja basada en la segregación espacial y los templos de consumo es el paisaje de las últimas revueltas. Antonio Negri y Michael Hardt, en sus aclamados Multitud y Commonwealth, afirman que la ciudad es para la multitud lo que la fábrica fue para la clase obrera. «Demasiado tiempo sin derecho a la ciudad», escribe Ángel Luis Lara en Gamonal Mixtape.¿Se puede aplicar el concepto de Global Street de Sassen a las revueltas de Hamburgo o Gamonal? ¿Hasta qué punto los riots de Londres de 2011 tienen que ver con las protestas de la periferia de Estocolmo de 2013? ¿Se conectarán las diferentes luchas locales? Tal vez. La conexión por la movilidad urbana están íntimamente conectadas. Las campañas de #tarifazero y #passelivre de Brasil dialogan directamente con el #posmesalto mexicano, con el colectivo sueco Planka o las acciones #Stoppujadestransport España. Son luchas, movimientos, acciones y/o tácticas comunes. Son bloqueos de la multitud contra el neoliberalismo autoritario reflejado en los vídeos de los planes urbanísticos de Burgos, Estambul o Belo Horizonte . Y las consignas de la calle global desembocan en un deseo de participación política. Saltar el torniquete en México, como sugiere este vídeo es luchar por “una democracia más participativa”. ¡Es la política de lo común, estúpido!enciendetuciudad

Foto: @Shul_evolution

#Gamonal abre un camino de empoderamiento organizativo, simbólico, transterritorial. El imaginario proletario del siglo XIX y XX se expandían a lo largo de los años, forjando un internacionalismo de clase. Las consignas de la multitud conectada explotan en la otra punta del planeta con apenas horas de diferencia. Estallan resignificadas, pero conectadas de alguna forma.

Gezi, Hamburgo y Gamonal, como parte de la constitución de la calle global, son laboratorios del conflicto de la ciudad genérica contemporánea. Con una urbanidad dominada por caciques locales y las gangs del capitalismo financiero, la calle global alumbra la invención de nuevas formas de instituciones urbanas. Nuevas funciones legislativas, ejecutivas y judiciales que permitan un modelobasado en la defensa de lo común. La consecuencia de esta conexión urbana, subjetiva y transnacional todavía es un misterio. Pero algo, de Estambul a Burgos, de Hamburgo a Río de Janeiro, se cocina en las ciudades rebeldes, en la calle global. La respuesta podría surgir de una remezcla de una frase del Derecho a la Ciudad de Henry Lefebvre, tan influyente en mayo del 68, tan citado en la era de las revueltas conectadas: «La ciudad no es un libro acabado, si no el lenguaje de la gente».

Rolezinhos, las flashmobs raciales y consumistas que desconciertan a Brasil

Publicado el 21/01/2014 en eldiario.es

«La zona sur no es de ellos, su zona es nuestra. #COLETIVOTATU #ROLEZINHO».  Este tweet de Daniel Cabral es la última entrega del fenómeno que desconcierta al establishment de Brasil: el rolezinho. El vídeo incluído en el tweetRolezinho no Shopping Leblon 19/01/14, del Colectivo Tatu – un grupo de personas se manifiesta en la puerta del exclusivo Shopping Leblon, en Río de Janeiro. Bailan funk carioca, gritan, corean consignas contra el «racismo de los centros comerciales» que vetan la entrada de los afro descendientes. Al final del vídeo, esta multitud se aleja por las calles coreando uno de los gritos más vivos de las protestas de Brasil: «Não Vai Ter Copa» (en referencia al Mundial de Fútbol). Un detalle: el shopping estaba cerrado. La dirección del mismo se asustó al ver las más de nueve mil personas que habían confirmado su presencia en el evento del rolezinho de Facebook. Un día antes, el elitista shopping Iguatemi de São Paulo había cerrado sus puertas, ante una manifestación-rolezinho convocada por varios colectivos que luchan contra el racismo. ¿Por qué cierran los shoppings? ¿Qué es exactamente un rolezinho? ¿Por qué se ha extendido esta oleada de flash mobs y se ha tensado el debate racial en Brasil?

Lo cierto es que los medios de comunicación no hablan de otra cosa. El hashtag #rolezinho echa humo en Twitter.  Todo el mundo parece tener una teoría a favor o en contra. Tesis que explican la ola de rolezinhos que desde las redes sociales se expanden por shoppings de todo Brasil. Muchos relacionan directamente el fenómeno con el racismo. Se ha empezado a hablar incluso de un apartheid en los shoppings de Brasil. Otros justifican el fenómeno como una «lucha de clases». Sin embargo, todo parece un poco más complejo.

El ‘rolezinho’ («dar um rolê» significa dar uma vuelta) de las clases más desfavorecidas por los centros comerciales existe hace décadas. Chopis Centis, la popular canción del grupo Mamonas Assasinas, de 1990, refleja esa práctica: «ese tal ‘Chopis Centris / está muy bien / para llevar a las novias / y dar unos «rolezinhos». El texto Etnografía del rolezinho, de la investigadora Rosana Pinheiro, describe el fenómeno de jóvenes de clase baja que ya en 2009 se engalanaban para pasear por los shoppings de Porto Alegre. Los jóvenes intentaban resolver con ropa cara «la visibilidad de su existencia», mientras «los comerciantes y guardias de seguridad les despreciaban». Los rolezinhos activistas, coordinados por organizaciones sociales, tampoco son novedad. El documental Hiato relata cómo en el año 2000 un autobús de ciudadanos de las favelas del Río Norte llega al shopping Rio Sul. Y cómo las tiendas cerraban sus puertas cuando el rolezinho de pobres se aproximaba.

Sin embargo, hay una radical novedad en la última ola de rolezinhos: la auto convocación a partir de las redes sociales. Un individuo crea un evento en alguna plataforma – sobre todo en Facebook – sin mediación, sin organizaciones o colectivos de por medio. Y otra novedad: la viralización. Difícil saber cuál fue el primer rolezinho de la nueva era. Posiblemente fuese el  convocado en el shopping Parangaba, en Fortaleza, a finales de noviembre del año pasado. Y ya estaba presente la cuestión racial y la represión de las fuerzas de seguridad. La ola de rolezinhos, sin embargo, se expandió desde la periferia sur de São Paulo, a partir de diciembre. Rolezinhos convocados por estrellas del funk ostentação – un estilo inspirado en el hip hop comercial estadounidense – para conocer a sus fans. Rolezinhos en los que lo que movía a las masas era la promesa de diversión, consumo, paquera (ligoteo) y baile. Fama y dinero, ropas caras y seducción. Poco que ver con la denuncia social o el activismo, como revela un sorprendente reportaje de Folha de São Paulo. Los rolezinhos iniciales parecían tener más que ver con el deseo de consumo de la tan mencionada nueva clase media nacida durante el lulismo, que según el sociólogo Giuseppe Cocco podría considerarse más una clase working poor endeudada y sin derechos civiles que clase media

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Y la policía hizo el resto. Guardias de seguridad impidiendo la entrada a los centros comerciales a jóvenes, la mayoría mulatos o negros. Guardias de seguridad que preguntan a los convocantes de rolezinhos si pertenecen a una organización terrorista. La Policía Militar de São Paulo lanzando gas lacrimógeno y balas de goma a participantes en un rolezinho el pasado día 11.   Y una oleada de convocatorias que se expande por todo Brasil (el pasado día 13 ya había al menos 17 mega rolezinhos convocados). Y Facebook cerrando algunos eventos a petición de los de centros comerciales. Y algunos shoppings consiguiendo apoyo de la justicia para vetar los rolezinhos. Y muchos otros pidiendo a la justicia que los prohiba.

¿Qué está pasando en Brasil? ¿Alguna relación con la oleada de protestas que todavía está a flor de red? ¿Apartheid en los templos del consumo? Lo cierto, es que el fenómeno rolezinho ha mutado. Ya no existe un único perfil de convocantes. Y la narrativa de famosos-y-sus-fans no es la única. De hecho, muchos de los últimos rolezinhos tienen un claro perfil activista, social, político. El Movimento dos Trabalhadores Sem-Teto (MTST) lanzó en los shoppings Jardim Sul e Campo Limpo de São Paulo el “O rolezão contra o Apartheid”. Por otro lado, el  Rolezinho no Xópim Iguatemi do Lago Norte de Brasilia está convocado por, Franklin Melo, un estudiante universitario que participó en la toma del techo del Congreso del pasado junio.

La descripción del rolezinho de Brasilia da pistas sobre la última mutación del fenómeno: «convocado para protestar contra la privatización de los espacios públicos y la criminalización de la pobreza». De hecho, la red de colectivos y plataformas activistas surgida desde el estallido de las protestas de junio está usando el rolezinho para denunciar la violencia policial o el racismo. O para movilizar con creatividad artística (aquí el Coletivo Vinhetando), con humor («Hitler descubre la verdad de los rolezinhos de los shoppings«) o con lemas anticonsumistas como el «Não vai ter shooping», una remezcla del popular grito «Não vai ter copa».

Por si fuera poco, la izquierda instituída – partidos políticos, sindicatos, movimientos afines – ha visto en el rolezinho una oportunidad de entrar en las protestas y de direccionarlas contra las élites. Y de desviar un poco la atención de las crecientes convocatorias contra la FIFA y los desalojos provocados por las obras del Mundial de fútbol y las Olimpiadas. El periodista Saul Leblon compara los rolezinhos con la lucha afro de los años cincuenta de Estados Unidos. El mismísimo alcalde de São Paulo, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), ha pedido diálogo con los rolezinhos.  Sin embargo, el poder instituído sigue buscando a los líderes donde apenas hay convocantes y convocados. Y no acaba de encontrar a los «líderes» del rolezinho inicial, una acción agregadora cocinada en red y sin matices ideológicos nítidos, netamente diferente de las últimas convocatorias.

¿Fenómeno consumista o denuncia social? ¿Qué pasará con la oleada de rolezinhos que sigue en marcha? ¿Habrá nuevas mutaciones? El periodista y activista Adriano de Angelis, relacionándolos con las protestas de junio, los entiende como «una forma de hackear el sistema» y como «una nueva brecha encontrada en la trayectoria de consumo-ciudadania». Pero quizá sea el investigador de redes Fábio Malini el más osado en su interpretación, al considerar el rolezinho una variante de ataque DDos, usado en Internet, que provoca que un site caiga por el exceso de visitas. Un ataque DDos anticonsumista (cierre de shoppings) que podría generalizarse en las próximas semanas: «Sin saberlo, los jóvenes descubrieron una nueva táctica política: el ataque DDos en los shoppings. Mucho acceso hace que el sistema (de la economía política capitalista) caiga. Señores, sean bien venidos al ataque de negación de servicio en el mundo real. Sin vídrio roto. Pero con el comercio suspendido».

 

No es una revolución: es un nuevo renacimiento en red

Artículo publicado en inglés en Occupy Wall Street, en la sección Theory Thursday, el 29/01/2014. Publicado en castellano en La Marea.

La revolución se nos queda pequeña. Su centenario muro semántico parece desmoronarse. De hecho, la era Red activa un cañonazo de preguntas hacia el corazón del significado de revolución. ¿La revolución es solo ese “cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación” que recoge el diccionario? ¿El nuevo sistema apenas surge tras la toma del poder? ¿Y si la toma del poder, como en Egipto, viene de la mano del ejército? ¿Sigue existiendo la secuencia revolución, contra-revolución, involución? ¿Será que la Red está forjando, sin tomar el poder, un nuevo sistema a partir de nuevos protocolos y conexiones improbables?

Hace unos años, el pensador marxista John Holloway, en su libro Changing the world without taking power, empezó a entrever los caminos secretos de las nuevas revoluciones. Holloway, entusiasmado con aquellos neozapatistas mexicanos que se aliaron a los hackers, cuestionó de lleno el significado de revolución. Aquellos encapuchados que construían un mundo propio al margen del Estado, aquellas Zonas Autónomas Zapatistas del Estado de Chiapas a medio camino de las utopías piratas de Hakim Bey y la cultura indígena orientada al bien común, inspiraron a Holloway: “En esta lucha revolucionaria no hay modelos, no hay recetas, simplemente una pregunta terriblemente urgente. No una pregunta vacía, sino una pregunta llena de mil respuestas”. Tal vez, no necesitemos un nuevo y único significado para revolución. Quizá baste con conectar entre sí las múltiples nuevas respuestas.

Renacimiento

El escritor/activista Douglas Ruskoff tiene otra tesis que cuestiona la revolución. En Open Source Democracy defiende que la revolución no ha llegado. Y que lo que estamos viviendo es un nuevo renacimiento. “Los renacimientos son momentos históricos de recontextualización. Un?renacimiento es un salto dimensional. Nuestra perspectiva gira tan dramáticamente que nuestro entendimiento de los elementos más?fundamentales cambia. Las historias que hemos venido usando ya no funcionan”. El renacimiento, el salto dimensional, precede a las revoluciones. La perspectiva de la pintura de Piero della Francesca (entre otros) derivaría en teoría matemática y acabaría, siglos después, con la idea de Tierra plana. El tipo móvil de la imprenta que sustituyó al?manuscrito cambió la relación escritor-lector. Y dinamitó la política. La Red, conectando pares, desconfigura las definiciones de casi todo. De los medios de comunicación a la revolución, los significados de los?diccionarios parecen no encajar en esta nueva dimensión.

El Renacimiento, según el prestigioso James P. Carse, no fue un “intento de promover otra visión, sino de encontrar otras visiones que prometiesen otras visiones”. El Renacimiento fue más un nuevo horizonte que un conjunto de respuestas. Un nuevo horizonte, en palabras de Carse, que no surgió contra nadie y que formulaba una invitación constante a unirse a él.

Tal vez la revolución no esté en la línea del horizonte. Tal vez estemos apenas en un profundo proceso de Renacimiento. Y puede incluso que ni siquiera necesitemos la revolución tal como la entendemos hasta ahora. De hecho, una visión pesimista de los tres años de revueltas que comenzaron con la Revolución de los Jazmines de Túnez a finales de 2010 nos presentaría un cuadro desalentador. El ejército llevando las riendas del Egipto que tumbó a Hosni Mubarak. Un Gobierno férreo y neoliberal en la España agitada por el 15M. El conservador Enrique Peña Nieto gobernando México tras la explosión #YoSoy132. Erdogan, dirigiendo con capitalista mano de hierro la Turquía post #DirenGezi. ¿Cambiar el mundo sin tomar el poder?

La red creada “no es lo que ha hecho Occupy Wall Street, sino la red que se ha creado”. La frase la pronunció Joan Donovan, participante en InterOccupy, el  encuentro Tres años de revueltas interconectadas celebrado en octubre en Barcelona. Y arroja un hilo de luz sobre el infravalorado?renacimiento en red que está floreciendo en el mundo. De Túnez a Brasil, de Turquía a España, de Grecia a Egipto, la llamada #GlobalRevolution está en los detalles de la red creada. La #GlobalRevolution, más Renacimiento que revolución, más conexión que éxito concreto, se entiende mirando y relacionando los diferentes microcosmos. No hay necesidad de aquella Utopía de mayo del 68, aquel inofensivo “Debajo de los adoquines está la playa”. No hace falta porque la #GlobalRevolution, las revueltas interconectadas, han construido su propia utopía: decenas, cientos, miles de micro-utopías en red.

El prototipo, una palabra de la cultura digital, es un clave de este nuevo Renacimiento: “Ejemplar original o primer molde en que se fabrica una figura u otra cosa”. La #GlobalRevolution es un sistema de prototipos micro-utópicos conectados entre sí y casi en tiempo real. Prototipos jurídicos, comunicativos, políticos, urbanos, culturales, tecnológicos… Y estos prototipos conectados en un nuevo sistema red más abierto y participativo irán reemplazando cualquier modelo fijo. Tal vez no haga falta una revolución que encaje en la definición clásica. Tal vez no haga falta tomar el poder. Porque este renacimiento de micro-utopías interconectadas irá sustituyendo las piezas del sistema, poco a poco, irremediablemente.

La #globalrevolution son los abogados del 15M español –Legal Sol, TomaParte – que cuelgan su documentación en Internet con licencias libres y trabajan para el bien común. O los Advogados Ativistas que protegen a los manifestantes de Brasil. La #GlobalRevolution son los ciudadanos construyendo la auto comunicación de masas de la que habla Manuel Castells. El TomaLaTele del 15M, la plataforma Mídia Independente Coletiva (MIC) de Río de Janeiro u Occupy Gezi News (12) de Turquía son micro-utopías que moldean un nuevo renacimiento comunicativo. La #globalRevolution no es apenas un estallido social. La #GlobalRevolution es la Athens Wireless Metropolitan Network que construye conexiones libres de Wi-Fi en Atenas, un festival de música que gracias al crowdfunding de la red #YoSoy132 que abarrota la Ciudad de México o una biblioteca digital y libre llamada Bookcamping.cc, nacida al calor del 15M. La #globalrevolution no necesita diccionarios férreos, no. Y bien podría ser un conjunto de vínculos, una reconexión de hiperlocalidades dispersas.

La #Global Revolution – ese nuevo sistema de prototipos imperfectos y mejorados colectivamente –  no es lo que ha hecho, sino la red creada. Cuando muchos daban por muertos a los Indignados españoles, la red humana cocina nuevos espacios urbanos autogobernados, como El Campo de Cebada en Madrid que consigue el prestigioso premio europeo Golden Nica. Y más todavía: pone a disposición de causas concretas como la huelga de barrenderos de Madrid y las revueltas de Gamonal un tupido sistema red que pauta a los medios y viraliza causas.

Cuando algunos dilapidaban a Occupy Wall Street, el poder latente de la red crea el proceso #OccupySandy, que socorre mejor a los neoyorquinos tras el huracán Sandy que el Estado y/o el mercado. Y es que la #GlobalRevolution, más proceso que objetivo, se asemeja aquella imprevisible Guerrilla de T.E. Lawrence, a aquellos árabes que derrotaron al imperio Otomano entre 1916 y 1918 huyendo de las lógicas de la guerra clásica. La #GlobalRevolution sería, parafraseando Guerrilla, “una influencia, algo invulnerable, intangible, que se mueve como el gas”. Aparece donde no se la espera. Es la legión de estudiantes de #DirenODTU replanta árboles en el campus universitario que Erdogan quería convertir en autopista. O el Rolling Jubilee vinculado a Occupy Wall Street, que compra deudas privadas para luego perdonarlas. O el #EfectoGamonal que expande por el mundo la lucha de los vecinos del barrio burgalés de Gamonal y complementa la estrategia de la acción directa y la negociación de los vecinos.

Huelga de construcción

La #GlobalRevolution, la guerrilla-gas, huye de la estrategia clásica de?la clase obrera, de sus  huelgas masivas. Sin ser antagonista con esa fórmula –algunos colectivos trabajan en una huelga autogobernada del 99% sin sindicatos– la #GlobalRevolution no encuentra su fuerza en la paralización, si no en construcción. No es el boicot, sino el movimiento. Además, su poder no consiste apenas en la sustitución de las piezas del sistema. Su secreto explosivo está en la posibilidad de construir sus propias piezas. Piezas-prototipos fabricadas de forma abierta, en flujos compartidos. Su golpe no es, por ejemplo, bloquear un puerto, sino construir un nuevo puerto lo suficientemente atractivo como para sustituir al viejo. O mejor todavía: crear un nuevo sistema de huertos urbanos comunitarios, monedas paralelas, micropuertos y redes de impresoras 3D para fabricar objetos que haga innecesario el megapuerto del pasado.

“No nos mires, únete”, corean los indignados españoles. “No tumbes al enemigo, deja que se una a nosotros”, afirma Douglas Ruskoff. La #GlobalRevolution no es apenas un estallido social. Es una palanca que nos traslada a una nueva dimensión-horizonte en la que las micro-utopías van sustituyendo al viejo mundo, de abajo arriba, construyendo nuevos espacios comunes, nuevos procesos agregadores. Micro-utopías que van conformando una nueva metautopía conectora, una capa aérea y transversal, atmosférica y rizomática. ¿Quién necesita, pues, la revolución ortodoxa de los diccionarios?

Nada para concluir este inventario de micro-utopías interconectadas, esta incipiente metautopía, como una frase que Douglas Ruskoff usa para definir a Occupy Wall Street: “El movimiento se asemeja a la red. En parte, porque es difícil de conceptualizar, por su estructura entre iguales, P2P. Por su capacidad de tolerar que no haya un final, y sí una serie de conexiones. Cada conexión es un nuevo comienzo hacia algo nuevo, y se despliega y se despliega, como la vida misma”.

Tres años de revueltas interconectadas

Tres años de revueltas interconectadas

Publicado en eldiario.es el 10/12/2013

¿Existen elementos comunes entre la explosión del 15M español y el nacimiento de #YoSoy132 en México? ¿Se puede trazar algún paralelismo entre la defensa del Gezi Park de Estambul y las revueltas comenzadas por el Passe Livre en Brasil? ¿Hay patrones compartidos en las revueltas que sacuden el mundo desde el estallido de la Primavera Árabe?

Si apenas se tienen en cuenta causas concretas, las revueltas podrían parecer inconexas. El grito de “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” del 15M tendría poco que ver con el “Si la tarifa no cae, la ciudad va a parar” de las revueltas de Brasil. Occupy Wall Street estaría lejos del #YoSoy132 mexicano que nació contra la criminalización de 131 alumnos de la Universidad Iberoamericana. Sin embargo, el imaginario de todas las revueltas parece conectado por algo que escapa a la lógica.

El “vamos hacer como en Tahrir” (la plaza de El Cairo) era un eco de «los cuarenta de Sol» que acamparon en Madrid la noche del 15M de 2011. “Acabou a modormia, o Rio vai virar outra Turquía” (se acabó la buena vida, Río va a convertirse en otra Turquía) resonaba en las manifestaciones iniciales de Río de Janeiro. El hashtag #TomaLaCalle que agitó a los indignados españoles se reutilizó y remezcló en la movilización peruana de julio de este año.

Anonymous Rio hackeó la cuenta de Twitter de la Rede Globo y colocó tres palabras: Democracia Real Ya. Y el imaginario de Occupy está presente en la mayoría de revueltas de los últimos tiempos. ¿Qué, cómo y por qué flota en el aire una conexión inexplicable a primera vista?

Hay, eso sí, conexiones o semejanzas más concretas. Tras la desocupación de la acampada de #direngezi de las plazas turcas, el flujo #direnODTU pone sus esfuerzos en plantar árboles en espacios donde el Estado tiene planeadas megainfraestructuras. Y eso exactamente hace el Movimento Pró-Árvore (Fortaleza) o Fica Ficus (Belo Horizonte) en Brasil, buscado en la red por los participantes de las acampadas turcas.

¿Coincidencias? ¿Contagio formal? Sin existir una respuesta única y definitiva, lo cierto es que hay un creciente número de analogías. Hechos, memes, estética, procesos, protocolos compartidos.

Los abusos policiales de las protestas de Brasil hacen que nazca la red Avogados Ativistas, similar en protocolo a Legal Sol o Toma Parte del 15M. Tras la explosión de #YoSoy132, surge la plataforma Artistas Aliados para criticar a los intermediarios de la industria. Después de Occupy Wall Street, llegó el Occupy Musicians. Y más y más semejanzas. El TomaLaTele del 15M se replicó en un sinnúmero de países. OccupyNews, como el OccupyGeziNews, es un común. Los mexicanos de #YoSoy132 rodearon la redacción del canal televisivo Televisa. Y los brasileños crearon #OcupeAMídia y cercaron la todopoderosa RedeGlobo. Y más y más.

tecnopolitica

Mapa conceptual de la tecnopolítica elaborado por Javier Toret.

¿Coinspiraciones? ¿Contagio formal? ¿O hay algo más? ¿Podríamos afirmar que existen analogías antropológicas, tecnológicas y/o sociales? ¿Patrones red que se repiten al margen de contextos políticos y causas concretas? La Global Revolution Research Network (GRRN) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) nace precisamente partiendo de una hipótesis: existen patrones de autoorganización de las diferentes revueltas surgidas desde la revolución de los Jazmines de Túnez.

El objetivo de este grupo transdisciplinar es encontrar patrones red, elementos comunes y conexiones en las movilizaciones de Túnez, Egipto, España, Estados Unidos, México, Turquía y Brasil. Por ejemplo, la conexión de Turquía y Brasil aparece de alguna manera en la visualización realizada por Interagentes sobre la movilización del 6 de junio, en la que dos cuentas turcas ( Recep Tayyip Erdoğan – Türkiye’nin Gururu y Diren Gezi Parkı) figuran entre las diez más compartidas en el evento de Facebook de São Paulo.

Las conclusiones del primer encuentro del grupo, ‘Tres años de revueltas interconectadas’, celebrado en Barcelona a finales de octubre, destacan «la centralidad de las redes de comunicación digital, su dimensión global, la existencia de patrones comunes de acción colectiva, así como la defensa de la democracia y la libertad de acceso a la información».

Javier Toret, coordinador del estudio «Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas» realizado por 15Mdatanalysis para la UOC y uno de los impulsores del GRRN, asegura a eldiario.es que «los marcos teóricos tradicionales no están a la altura de la complejidad de estos nuevos movimientos red». Por ello, prosigue Toret, es necesario «usar métodos cruzados entre ciencias complejas, teoría de redes, apoyado en datos y cruzar campos disciplinares». Uno de los conceptos clave para la investigación del GRRN es la tecnopolítica, que Toret aleja del «clickactivismo» o «ciberactivismo».

La tecnopolítica reconoce a la multitud como un nuevo sujeto político. La tecnopolítica genera movimientos red. La tecnopolítica genera acción multicapa, hibridando espacios físicos y espacios digitales. De las redes a las calles. Y al contrario.

Toni Blanco, participante del GRRN, afirma a eldiario.es que no podemos llamar movimiento social al 15M: «el 15M queda mejor descrito como una «red tecnopolítica ciudadana». Red y no movimiento. Tecnopolítica y no ciberactivismo.

Un párrafo del estudio «Tecnopolítica del 15MDatanalysis» redondea el concepto: “Esta multitud conectada tiene una anatomía híbrida, física y virtual, en la que destacan las identidades colectivas, posee forma de red y la capacidad de producir activaciones emocionales, convirtiendo el malestar en empoderamiento”. ¿Ocurre lo mismo que en el 15M en #YoSOy132, Occupy, Diren Gezi o en las revueltas brasileñas?

    endogamiapartidos redescolaborativas  

Arriba, redes competitivas (partidos); abajo, redes colaborativas (revueltas globales).

Nada como el uso del denominado big data para profundizar en los padrones red que se repiten en las revueltas interconectadas. Los grafos –visualizaciones de redes– de las organizaciones tradicionales revelan un padrón claramente competitivo.

El estudio elaborado por 15Mdatanalysis (arriba izquierda, página 22 de esta presentación) sobre la relación de los partidos políticos españoles antes de las elecciones del 20 de noviembre de 2011 muestra que no existen interacciones entre las diferentes comunidades de los partidos. Los actores centrales son los designados previamente como líderes.

Lo mismo ocurre en el estudio realizado por el LABIC de Brasil (arriba derecha), que prueba la endogamia del Partido de los Trabajadores (rojo) y el Partido de la Social Democracia Brasileira (azul) frente al diálogo cruzado de las comunidades del Movimento Passe Livre y Anonymous.

En las antípodas de las redes competitivas de los partidos políticos de identidad cerrada y liderazgos permanentes, se encontrarían las redes cooperativas de las revueltas globales. La topología de la red del 15M (grafo abajo izquierda) o la de #YoSoy132 (abajo derecha) revelan el diálogo de diferentes comunidades identitarias y geográficas.

Para la periodista Sandra Yánez, integrante del grupo GRRN, los datos son vitales para percibir «análisis cualitativos o picos de emocionalidad». Para Toni Blanco, lo importante es «abordar a partir de los datos el fenómeno como un sistema complejo, no como sistema lineal». Datos que, buceando en la relación de los nodos, consiguen desmenuzar mejor unas revueltas que huyen de explicaciones del paradigma derecha-izquierda.

Precisamente estudiando datos, el 15Mdatanalysis ha llegado a nuevos conceptos como el de «liderazgo temporal distribuido». Arnau Monty, del Ateneu Candela de Terrassa, lo explica de forma simple afirmando que el 15M no desaparece sino que evoluciona: «La Primavera Valenciana, el 12M15M, 15MpaRAto, las mareas o la propia PAH demuestran la capacidad de actualización permanente de estos movimientos y la facilidad para crear identidades colectivas nuevas para afrontar problemas concretos».

El investigador brasileño Fábio Malini usa un concepto parecido para describir el 15M, al que denomina un «beta movimiento». Un movimiento en constante mutación. Un sistema red que, en un determinado momento, pasa a apoyar una causa o acción, ya sea el #25S (Rodea el Congreso) o la huelga de barrenderos de Madrid. El liderazgo no es siempre el mismo. Y puede venir de la periferia del sistema red y no de sus nodos centrales.

Algo similar ocurrió un año después del nacimiento de Occupy Wall Street. Cuando algunos dilapidaban a Occupy, el poder latente de la red creó el proceso #OccupySandy. La estadounidense Joan Donovan, investigadora y participante de InterOccupy, apunta exactamente al potencial de las redes emergentes: «No es lo que ha hecho Occupy Wall Street, sino la red que se ha creado».

  identidadcolectiva

Una de las hipótesis más importantes para el incipiente estudio mundial de la Global Revolution Research Network es la importancia de las identidades colectivas en la gestación, explosión y desarrollo de las revueltas. En el caso del 15M, la hipótesis de las identidades colectivas se ha comprobado en las visualizaciones de datos.

Por ejemplo, el grafo del día de acción #15O de 2011 muestra cómo los nodos de @DemocraciaReal, @AcampadaSol, @15OctoberNet, @TakeTheSquare y @OccupyWallStreet fueron los más influyentes. Los grafos de la red de #YoSoy132 también revelan la preponderancia de algunos nodos, como @Global132, @AnonOpaHispano o @YoSoy132Camp. Los estudios de Facebook realizados por Interagentes sobre las protestas de Brasil también prueban que las identidades colectivas desplazaron a los actores tradicionales a lo largo del proceso.

La peculiaridad brasileña hace que en Twitter las celebridades convivan con las identidades colectivas en campañas concretas como #AbaixoRedeGloboOPovoNãoÉBobo ( página 15 de esta presentación). O que en las protestas de Río de Janeiro ni famosos ni identidades colectivas impongan el ritmo: el grafo de Media Lab de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) sobre #ProtestosRJ presenta una red hecha por actores menores. Por otro lado, existen otro tipo de identidades colectivas a ser investigadas, como las comunidades surgidas en redes sociales de Egipto tras la muerte del bloguero Khaled Said o tras la desaparición del obrero Amarildo en Río de Janeiro.

Marcelo Branco, activista del software libre, destacó en el reciente encuentro #RuasEmRede de São Paulo el papel, en las revueltas de Brasil de 2013, de «movimientos sin liderazgos de las organizaciones conocidas tradicionales». Y es que uno de los grandes comunes de todas las revueltas tiene más que ver con una nueva y más abierta arquitectura de las convocatorias y las protestas que con componentes ideológicos.

En las revueltas interconectadas, la agregación sustituye a la división (los fans de los equipos de fútbol de Estambul o São Paulo desfilan juntos). Lo “pro” (construcción, acampadas, prototipos, dispositivos) a lo “anti” (destrucción). Y las emociones se convierten en el combustible que conecta los diferentes sistemas red.

Captura de pantalla 2013-12-04 a la(s) 20.43.48  

#15MData: análisis emocional

El estudio #15MData: análisis emocional, del Colectivo Outliers, revela que los tuits del la gestación del 15M español tienen el doble de carga emocional de lo normal. La indignación y el empoderamiento son las dos emociones más presentes. Y precisamente la secuencia indignación-empoderamiento, activada por la violencia policial, ha sido la tónica en las revueltas de 2013.

La represión policial en la plaza Taksin de Estambul hizo brotar la indignación. Y cuando los medios llamaron a los manifestantes «chapullers» (vándalos), la indignación se transformó en empoderamiento. El movimiento se autoproclamó el chapulling movement y creó la çapul.tv. Cuando los medios brasileños usaron la palabra «vándalos», los manifestantes se transformaron en vándalos empoderados, con su VândalosNews y cientos de identidades colectivas.

Aunque no está basada en criterios de extracción de datos y análisis de red, la Cartografía Afectiva de las protestas de Brasil visibiliza también la potencia de emociones como la indignación, el miedo, la esperanza o el empoderamiento. Por ello, Javier Toret insiste en la necesidad elaborar un estudio global riguroso y basado en big data sobre el papel de las emociones en la revueltas en red: «La emociones han sido un factor clave que ha disparado la velocidad, la viralidad y la conectividad entre personas, redes y causas de estos movimientos red. La multitud conectada afecta al mundo y ocupa el espacio urbano, desactivando el embrujo de los mass media».

  comunesurbanos  

Arriba // Aula Pública en #OcupaCabral de Rio de Janeiro , #UnienLaCalle do 15M-Marea Verde de Madrid. Abajo // #OccupyGeziArchitecture (Estambul) y El Campo de Cebada (Madrid).

¿Qué más elementos comunes presentan las revueltas interconectadas de los últimos años? Para el arquitecto e investigador Pablo de Soto, las revueltas de Turquía y Brasil «colocan los bienes comunes urbanos como nuevo eje de luchas». Pablo, que está desarrollando el proyecto Mapping the commons en Río de Janeiro, asegura que 2013 confirma la tesis de las ciudades rebeldes del geógrafo David Harvey. También, la construcción teórica de Antonio Negri y Michael Hardt, quienes consideran la ciudad como el terreno donde la multitud cocinará las nuevas instituciones de lo común.

El Diren Gezi de Turquía explotó con la defensa del parque Gezi y de otros bienes comunes. En Brasil, los principales ejes de la lucha también están alrededor de los comunes urbanos. Las campañas Tarifa Zero (transporte), O Maraca é Nosso (una propuesta de gestión colectiva contra la privatización del estadio Maracanã), los movimientos del Parque do Cocó (Fortaleza) o los Comitês da Copa convierten la defensa de lo común en la esencia de sus luchas.

Por otro lado, las «aulas públicas» durante las protestas de Brasil (clases en el espacio público) comparten formato y protocolo con la #UniEnLaCalle o la Universidad Indignada del 15M. De hecho, aunque el 15M no tuviera causas o motivos urbanos para ocupar las plazas o las calles, está transformando la ciudad en el nuevo prototipo de participación política.

Un prototipo global (conecta territorios dispersos) e híbrido (combina redes analógicas y digitales). Un prototipo construido de asambleas, flujos, rituales, protocolos, consensos de mínimos y forks (desvíos, en jerga hacker) que en palabras de los investigadores Alberto Corsin y Adolfo Stalella transforma la urbe en una nueva interfaz abierta.

¿Qué tienen en común las revueltas interconectadas de los últimos años? ¿Veremos nuevos estallidos?

Difícil hacer cualquier tipo de predicción. Pablo de Soto piensa que 2014 verá nacer «un nuevo internacionalismo metropolitano por los bienes comunes». La Global Revolution Research Network seguirá buscando respuestas en su investigación global, «un laboratorio en tiempo real de análisis y prospectiva». Héctor Huerga, del 15M Barcelona Internacional, hace hincapié en un detalle: «En las revueltas interconectadas, la convocatoria parte de un meme. Y es el sujeto receptor, no el emisor, quien está dando las claves de las nuevas revueltas». La imprevisibilidad de los sistemas emergentes y de las subjetividades en red dibujan un final abierto y múltiple.

De momento, el estudio «Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas», sienta un buen punto de partida para estudiar unas revueltas que en la mayoría de los casos no encajan con la definición de revolución clásica (toma del poder), pero sobrepasan el formato de manifestación: «Componen un sistema red mutante, con fronteras móviles, híbrido, cyborg, un cuerpo colectivo que resiste al tiempo y que puede extenderse en el espacio”.

 

 

 

Tres años de revueltas interconectadas

cartelesglobalrev

Diseño gráfico de las revueltas globales

publicado en eldiario.es el 10/12/2013

¿Existen elementos comunes entre la explosión del 15M español y el nacimiento de #YoSoy132 en México? ¿Se puede trazar algún paralelismo entre la defensa del Gezi Park de Estambul y las revueltas comenzadas por el Passe Livre en Brasil? ¿Hay patrones compartidos en las revueltas que sacuden el mundo desde el estallido de la Primavera Árabe? Si apenas se tienen en cuenta causas concretas, las revueltas podrían parecer inconexas. El grito de “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” del 15M tendría poco que ver con el “Si la tarifa no cae, la ciudad va a parar” de las revueltas de Brasil. Occupy Wall Street estaría lejos del #YoSoy132 mexicano que nació contra la criminalización de 131 alumnos de la Universidad Iberoamericana.

Sin embargo, el imaginario de todas las revueltas parece conectado por algo que escapa a la lógica racional. El “vamos hacer como en Tahir” (la plaza de El Cairo) era un eco de «los cuarenta de Sol» que acamparon en Madrid la noche del 15M de 2011. “Acabou a modormia, o Rio vai virar outra Turquía” (se acabó la buena vida, Río va a convertirse en otra Turquía) resonaba en las manifestaciones iniciales de Río de Janeiro. El hashtag #TomaLaCalle que agitó a los indignados españoles se reusó y remezcló en la movilización peruana de julio de este año. Anoymous Rio hackeó la cuenta de Twitter de O Globo y colocó Democracia Real Ya. Y el imaginario de Occupy está presente en la mayoría de revueltas de los últimos tiempos. ¿Qué, cómo y por qué flota en el aire una conexión inexplicable?

Hay conexiones o semejanzas más concretas. Hechos Que Podrían Ser Pruebas. Tras la desocupación de la acampada de #direngezi de las plazas turcas, el flujo #direnODTU pone sus esfuerzos en plantar árboles en espacios donde el Estado tiene planeadas mega infraestructuras. Y eso exactamente hace el Movimento Pro-Arvore de Fortaleza en Brasil. Y Fica Ficus, en Belo Horizonte, que no por casualidad fueron buscados en la red por los participantes de las acampadas turcas. ¿Coincidencias? ¿Co-inspiraciones? ¿Contagio formal?

Sin existir una respuesta clara, única y definitiva, lo cierto es que hay un creciente número de analogías. Hechos, memes, estética, procesos, protocolos compartidos. Los abusos policiales de las protestas de Brasil hacen que nazca la red Avogados Ativistas, similar en protocolo a Legal Sol o Toma Parte del 15M. Y más y más semejanzas. Tras la explosión de #YoSoy132 surge la plataforma Artistas Aliados para criticar a los intermediarios de la industria. Tras Occupy Wall Street llegó el Occupy Musicians. Después del 15M, surgió la Fundación Robo. El TomaLaTele del 15M se replicó en un sin número de países. OccupyNews, como el OccupyGeziNews, es un común. Los mexicanos de #YoSOy132 rodean la redacción del canal Televisa. Y los brasileños crean #OcupeAMídia y cercan la todopoderosa RedeGlobo. Y más y más.

tecnopolitica

Mapa conceptual de la tecnopolítica elaborado por Javier Toret

¿Coincidencias? ¿Co-inspiraciones? ¿Contagio formal? ¿O hay algo más? ¿Podríamos afirmar que existen analogías antropológicas, tecnológicas y/o sociales? ¿Padrones red que se repiten al margen de contextos políticos y causas concretas? La Global Revolution Research Network (GRRN) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) nace precisamente partiendo de una hipótesis: existen padrones de auto organización en red de las diferentes revueltas surgidas desde la revolución de los Jazmines de Túnez. El objetivo de este grupo transdisciplinar es encontrar padrones red, elementos comunes y conexiones en las movilizaciones de Túnez, Egipto, España, Estados Unidos, México, Turquía y Brasil. Por ejemplo, la conexión de Turquía y Brasil quedaría probada en la visualización realizada por Interagentes sobre la mobilización del 6 de junio, en la que dos cuentas turcas de Facebook (Recep Tayyip Erdoğan – Türkiye’nin Gururu y Diren Gezi Parkı) aparecen entre las diez más compartidas.

Las conclusiones del primer encuentro del grupo, Tres años de revueltas interconectadas. Emergencia, evolución y desafíos de los movimientos red, celebrado en Barcelona los días 23 y 24 de octubre, destacan «la centralidad de las redes de comunicación digital, su dimensión global, la existencia de patrones comunes de acción colectiva, así como la defensa de la democracia y la libertad de acceso a la información». Javier Toret, coordinador del estudio Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas realizado por 15Mdatanalysis para la UOC y uno de los impulsores del GRRN,  asegura que «los marcos teóricos tradicionales no están a la altura de la complejidad estos nuevos movimientos red». Por ello, prosigue Toret, es necesario «usar métodos cruzados entre ciencias complejas, teoría de redes, apoyado en la gran cantidad de datos que producimos y cruzar campos disciplinares».

Uno de los conceptos claves para la investigación del GRRN es la tecnopolítica, que Toret aleja del «clickactivismo» o «ciberactivismo».  La tecnopolítica reconoce a la multitud como un nuevo sujeto político. La tecnopolítica genera movimientos red. La tecnopolítica genera acción multicapa, hibridando espacios físicos y espacios digitales. Toni Blanco, participante del GRRN, afirma que no podemos llamar movimiento social a 15M: «creo que el 15M queda mejor descrito como una «red tecnopolítica ciudadana». Red y no movimiento. Tecnopolítica y no ciberactivismo. Un párrafo del estudio Tecnopolítica del 15MDatanalysis redondea el concepto: “Esta multitud conectada tiene una anatomía híbrida, física y virtual, en la que destacan las identidades colectivas, posee forma de red y la capacidad de producir activaciones emocionales, convirtiendo el malestar en empoderamiento”. ¿Ocurre lo mismo que en «la red tecnopolítica ciudadana del 15M» en #YoSOy132, Occupy, Diren Gezi o en las revueltas brasileñas?

 

endogamiapartidos

redescolaborativas

Redes competitivas (partidos) vs Redes colaborativas (revueltas en red)

Nada como el uso del denominado big data para profundizar en los padrones red que se repiten en las revueltas interconectadas. Los grafos –  visualizaciones de redes – de las organizaciones tradicionales revelan un padrón claramente competitivo. El estudio elaborado por 15Mdatanalysis (arriba izquierda, página 22 de esta presentación) sobre la relación de los partidos políticos españoles antes de las elecciones del 20 de noviembre de 2011  muestra que no existen interacciones entre las diferentes comunidades de los partidos. Los actores centrales son los designados previamente como líderes. Lo mismo ocurre en el estudio realizado por el LABIC de Brasil (arriba derecha), que prueba la endogamia del Partido de los Trabajadores (rojo) y el Partido de la Social Democracia Brasileira (azul), frente al diálogo cruzado de las comunidades del Movimiento Passe Livre y Anonymous.

En las antípodas de las redes competitivas de los partidos políticos de identidad cerrada y liderazgos permanentes, se encontrarían las redes cooperativas de las revueltas globales. La topología de la red del 15M (grafo abajo izquierda) o la de #YoSoy132 (abajo derecha) revelan el dialogo de diferentes comunidades identitarias y geográficas. Además, los nodos centrales corresponden a identidades colectivas y no a individuos. Para la periodista Sandra Yánez, integrante del grupo GRRN, los datos son vitales para percibir «análisis cualitativos o picos de emocionalidad». Para Toni Blanco lo importante es, a partir de los datos, «abordar el fenómeno como un sistema complejo, no como sistema lineal». Datos que, buceando en la relación de los nodos, consiguen explicar mejor unas revueltas que el eje derecha-izquierda.

Precisamente estudiando datos, el 15Mdatanalysis ha llegado a nuevos conceptos como el de «liderazgo temporal distribuido». Arnau Monty, del Ateneu Candela de Terrassa, lo explica afirmando que el 15M no desaparece sino que evoluciona: «la Primavera Valenciana, el 12M15M, 15MpaRAto, las mareas o la propia PAH demuestran la capacidad de actualización permanente de estos movimientos y la facilidad para crear identidades colectivas nuevas para afrontar problemas concretos». El investigador brasileño Fábio Malini usa un concepto parecido para describir el 15M, al que denomina un «beta movimiento». Un movimiento en constante mutación. . El sistema red que, en un determinado momento, pasa a apoyar una causa o acción, ya sea el #25S (Rodea el Congreso) o la huelga de barrenderos de Madrid. El liderazgo no es siempre el mismo. Y puede venir de la periferia del sistema red y no de sus nodos centrales.

Algo similar ocurrió un año después del nacimiento de Occupy Wall Street. Cuando algunos dilapidaban a Occupy,  el poder latente de la red creó el proceso #OccupySandy, que socorrió mejor a los neoyorquinos tras el huracán Sandy que el Estado y/o el mercado. La estadounidense Joan Donovan, investigadora y participante de InterOccupy, apunta exactamente al potencial de las redes emergentes: «No es lo que ha hecho Occupy Wall Street, sino la red que se ha creado”.

identidadcolectiva

Identidades colectivas

Uno de las hipótesis más importantes para el estudio mundial de la Global Revolution Research Network es la importancia de las identidades colectivas en la gestación, explosión y desarrollo de las revueltas. En el caso del 15M, el fenómeno de las identidades colectivas se ha comprobado en las visualizaciones de datos. Por ejemplo, el grafo del día de acción #15O de 2011 muestra cómo los nodos de @DemocraciaReal, @AcampadaSol, @15OctoberNet, @TakeTheSquare y @OccupyWallStreet fueron los más influyentes. Los grafos de la red de #YoSoy132 también revelan la preponderancia de algunos nodos, como @Global132, @AnonOpaHispano o @YoSoy132Camp. Los estudios de Facebook realizados por Interagentes sobre las protestas de Brasil también prueban que las identidades colectivas desplazaron a los actores tradicionales a lo largo del proceso.

La peculiaridad brasileña hace que en Twitter las celebridades convivan con las identidades colectivas en campañas concretas  como #AbaixoRedeGloboOPovoNãoÉBobo (página 15 de esta presentación). O que en las protestas de Río de Janeiro ni famosos ni identidades colectivas impongan el ritmo: el grafo de Media Lab de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) sobre #ProtestosRJ presenta una red muy distribuida hecha por actores menores. Por otro lado, existen otro tipo de identidades colectivas a ser investigadas, como las comunidades surgidas en redes sociales de Egipto tras la muerte del bloguero Khaled Said o tras la desaparición del obrero Amarildo en la favela Rosinha de Río de Janeiro.

Marcelo Branco, activista del software libre, destacó en el reciente encuentro #RuasEmRede de São Paulo el papel en las revueltas de Brasil de 2013, de «movimientos sin liderazgos de las organizaciones conocidas tradicionales». Y es que uno de los grandes comunes de todas las revueltas tiene más que ver con una nueva arquitectura de las convocatorias y las protestas que con componentes ideológicos. En las revueltas interconectadas, la agregación sustituye a la división (los fans de los equipos de fútbol de Estambul o São Paulo desfilan juntos). Lo “pro” (construcción, acampadas, prototipos sociales, dispositivos) a lo “anti” (destrucción). Y las emociones se convierten en el combustible que conecta los diferentes sistemas red.

Captura de pantalla 2013-12-04 a la(s) 20.43.48

#15MData: análisis emocional

El estudio #15MData: análisis emocional, del Colectivo Outliers, revela que los tuits del la gestación del 15M español tienen el doble de carga emocional de lo normal. La indignación y el empoderamiento son las dos emociones más presentes. Y precisamente la secuencia indignación-emporamiento, activada por la violencia policial, ha sido la tónica en las revueltas de 2013. La represión policial en la plaza Taksin de Estambul hizo brotar la indignación. Y cuando los medios llamaron a los manifestantes «chapullers» (vándalos) la indignación se transformó en empoderamiento. El movimiento se autoproclamó el chapulling movement y creó la çapul.tv. Cuando los medios brasileños usaron la palabra «vándalos», los manifestantes se transformaron en vándalos empoderados, con su VândalosNews y decenas de identidades colectivas.

Aunque no está basada en criterios de extracción de datos y análisis de red, la Cartografía Afectiva de las protestas de Brasil también visibiliza la potencia de las emociones como la indignación, el miedo, la esperanza o el empoderamiento, Por ello, Javier Toret insiste en la necesidad elaborar un estudio global riguroso sobre el papel de las emociones en la revueltas en red: «La emociones ha sido un factor clave que ha dispara la velocidad, la viralidad y la conectividad entre personas, redes y causas de estos movimientos red. La multitud conectada afecta al mundo, lanza campañas tecnopolíticas y ocupa el espacio urbano, desactivando el embrujo de los mass media».

comunesurbanos

Arriba // Aula Pública en #OcupaCabral de Rio de Janeiro , #UnienLaCalle do 15M-Marea Verde de Madrid. Abajo // #OccupyGeziArchitecture (Estambul) y El Campo de Cebada (Madrid)

¿Qué más elementos comunes presentan las revueltas interconectadas de los últimos años? Para el arquitecto e investigador Pablo de Soto las revueltas de Turquía y Brasil «colocan los bienes comunes urbanos como nuevo eje de luchas». Pablo, que está desarrollando el proyecto Mapping the commons en Río de Janeiro, asegura que 2013 confirma la tesis de las ciudades rebeldes del geógrafo David Harvey. También, la construcción teórica de Antonio Negri y Michael Hardt, quienes consideran la ciudad como el terreno donde la multitud cocinará las nuevas instituciones de lo común.

El Diren Gezi de Turquía explotó con la defensa del parque Gezi y de otros bienes comunes. En Brasil, los principales ejes de la lucha también están alrededor de los comunes urbanos. Las campañas Tarifa Zero (transporte), O Maraca é Nosso (una propuesta de gestión colectiva contra la privatización del estadio Maracanã), los movimientos del Parque do Cocó (Fortaleza) o los Comitês da Copa convierten la defensa de lo común en la esencia de sus luchas. Por otro lado, las «aulas públicas» de Brasil (clases en el espacio público durante las protestas) comparten formato y protocolo con la #UniEnLaCalle o la Universidad Indignada del 15M. De hecho, aunque el 15M no tuviera  causas o motivos urbanos para ocupar las plazas / calles, está transformando la ciudad en el nuevo prototipo de participación política. Un prototipo glocal (conecta territorios dispersos) e híbrido (combina redes analógicas y digitales). Un prototipo construido de asambleas, flujos, rituales, protocolos y consensos de mínimos que en palabras de los investigadores Alberto Corsin y Adolfo Stalella transforma la urbe en una nueva interfaz abierta.

¿Qué tienen en común las revueltas interconectadas de los últimos años? ¿Veremos nuevos estallidos? Difícil, sin duda, hacer cualquier tipo de predicción. Pablo de Soto piensa que 2014 verá nacer «un nuevo internacionalismo metropolitano por los bienes comunes». La Global Revolution Research Network seguirá su investigación global, «un laboratorio en tiempo real de análisis y prospectiva». Héctor Huerga, del 15M Barcelona Internacional, hace hincapié en un detalle: «En las revueltas de 2011 para acá, la convocatoria parte de un meme. Y es el sujeto receptor, no el emisor, quien está dando las claves de las nuevas revueltas». La imprevisibilidad de los sistemas red y de las subjetividades interconectadas dibujan un final abierto y múltiple.

De momento, el estudio Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas, sienta un buen punto de partido para estudiar unas revueltas que no encajan con la definición de revolución clásica (toma del poder) pero sobrepasan el formato de manifestación: «Componen un sistema red mutante, con fronteras móviles, híbrido, cyborg, un cuerpo colectivo que resiste al tiempo y que puede extenderse en el espacio”.

Brasil cocina su revolución en red

Crónica publicada el 17/06/2013 en eldiario.es, la única que previó la mayor revuelta de los últimas décadas en Brasil

«No están preparados para una democracia participativa». «Todo esto es sobre el derecho que tenemos a ser consultados». «Como dicen los indignados de España, vamos despacio porque vamos lejos». Las frases surgen a borbotones, espontáneamente. El escenario: praça Roosevelt, centro de São Paulo, sábado pasado, 20.00 horas. Resuenan skates, risas juveniles. Cae una lluvia fina. Contexto: una asamblea del colectivos sociales discute sobre la gran manifestación de este lunes. En apenas un día, más de 150.000 personas confirmaron la asistencia al Quinto grande ato contra o aumento das passagens!, contra el aumento de precio del transporte público, convocado por el Movimiento Passe Livre (MPL).

Tras la durísima represión policial las manifestaciones de la semana pasada, ignorada inicialmente por los grandes medios, las redes sociales brasileñas hierven. Y las protestas se multiplican y exceden las peticiones iniciales. Unas horas antes de la asamblea, bajo las etiquetas #OGiganteAcordou (el gigante despertó) y #VemPraRua, un grupo de manifestantes mostraba en Brasilia su oposición a la Copa de Confederaciones de la FIFA, justo antes del partido inaugural entre Brasil y Japón. Un encuentro en el que Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, fue silbada. ¿Qué está pasando en Brasil? ¿Qué relación tienen protestas tan diferentes como las del Passe Livre y las que critican a la FIFA? ¿Por qué ahora?

 Alex Antunes, un músico de São Paulo, pide el turno en la asamblea: «De aquí en adelante, tenemos que ir más allá de las manifestaciones de la izquierda militante. Algo está pasando. En el site de O Globo, la encuesta sobre quién ganará la Copa de Confederaciones, el 87% apostó por Tahití. Algo inédito en el país del fútbol». Alguien habla de Turquía, donde hinchadas se unieron en el Gezi Park de Estambul. Parece que las hinchadas de todos los equipos de São Paulo se van a unir el lunes, por primera vez. Fútbol y revueltas, lejos de las gradas. Caio Tendolini, que participa en la plataforma de crowdfunding Catarse, insiste en el carácter no violento del movimiento, citando al 15M español: «Tenemos que romper la imagen de violencia que imponen los medios. Apostemos por lo lúdico».

La asamblea continúa en el centro cultural Matilha Cultural, muy próximo a la praça Roosevelt. La asamblea es apenas una más. Una de las decenas de asambleas que se están celebrando en São Paulo. ¿Cómo se está fraguando una revuelta que los grandes medios parecen no estar entendiendo? Escuchando a los activistas, creadores, estudiantes y ciudadanos que participan en la asamblea, no surgen respuestas categóricas. Aparecen, eso sí, más preguntas. Deseos. Malestares. Antonio Martins, el periodista que dirige el medio independiente Outras Palavras, habla del derecho a la ciudad: «Queremos ciudades para todos, aceso a internet y los conocimientos compartidos en red. Queremos convertir las ciudades en espacios libres para la cultura, el saber y el amor, sí, el amor».

Antonio Martins intenta poner orden. Busca la luz, algo que agregue a más movimientos. Un punto de unión que una todas las revueltas que han estallado en Brasil con «los movimientos de las redes globales». Una joven llamada Letícia lleva el diálogo a lo local. De nuevo lo urbano. Afirma que en Curitiba, en el sur del país, supuestamente la ciudad con mejor transporte público de Brasil, ha habido varias manifestaciones. «No somos la ciudad idílica que nos dicen. Es marketing», sentencia.

André Takahashi, activista de Brasil pelas Florestas, da una noticia: «Algunos indígenas van a unirse. Los terenas, por ejemplo, van solidarizarse con lo que está pasando». La lucha ya no será por el aumento de 0,20 reales (0,08 euros) del billete del transporte urbano, el motivo inicial. La lucha puede incluso desbordar los límites urbanos. ¿Qué está pasando en Brasil, el supuesto país del futuro en el que la economía crece y el desempleo es bajo? ¿Son las revueltas del Passe Livre un síntoma de algo mayor?

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En la última semana, las redes sociales de Brasil se han inundado de frases de las revueltas globales remezcladas con dichos brasileños. Humor ácido. Y muchas y variopintas quejas. Laurinda Barros (nombre ficticio), una artista de Río de Janeiro, publica en su muro de Facebook: «Los medios se preguntan quiénes somos. Somos la población que se cansó de los abusos del poder autoritario, corrupto y contrario a los principios básicos de los direchos humanos. ¡Abajo la neodictadura!».

La gestora cultural Tatiana Martinelli suelta la ira en su perfil de Facebook contra la baja calidad de los servicios públicos: «La indignación actual brasileña no reside apenas en el aumento del transporte. Va un poco más allá… ¡Educación de calidad para todos! ¡Salud de calidad para todos! No podemos aceptar pagar unos impuestos tan altos y encima tener que pagar por servicios sociales privados». Del transporte a la educación, de la salud a los derechos civiles. Todas las luchas-gritos se han enredado en cuestión de días con una organicidad sorprendente. Pero si hay un asunto común, al margen de mobilidad urbana, ese es el Mundial de Fútbol. La FIFA y sus imposiciones económicas y legales están enfureciendo sobremanera a los brasileños. «La Copa es el acelerador de diversas violaciones: soberanía de la FIFA sobre el Estado brasileño con la Ley General de la Copa, la posible aprobación de la ley del terrorismo, que convertirá en crimen las manifestaciones populares y criminalizará a los activistas y los movimientos sociales», asegura Cláudia Favaro, de la Articulación Nacional de los Comités Populares de la Copa, en declaraciones a eldiario.es.

La situación ha estado en los últimos meses especialmente tensa en Río de Janeiro, donde el Gobierno del Estado está intentando tumbar el antiguo Museu del Indio para construir un parking para el estadio Maracanã. No es de extrañar que la FIFA se haya convertido en una diana común. El profesor de historia Francisco Foureaux, desde Belo Horizonte, critica en un texto intenso la «democracia fatalista que produce parlamentos serviciales al gran capital, medios arrodillados al poder financiero y el absurdo gasto para esa agencia terrorista llamada FIFA». La investigadora en cibercultura Maisa Martorano, desde la ciudad nordestina de Natal, apunta a los grandes eventos que marcan la agenda de Brasil: «¿El país de la Copa y de las Olimpiadas… ¿Copa para quién? A la población nos han dejado el privilegio de la deuda y el consumo. El precio que pagamos son las ciudades sitiadas y vigiladas, rehenes de la violencia».

«La bestialidad de la Policía Militar y la ceguera de los gobernantes han conseguido lo imposible: unir a São Paulo». La frase es el periodista Bruno Torturra. Y esconde un secreto a voces: sin la brutal represión policial de las primeras manifestaciones en São Paulo tal vez no habría explotado la revuelta brasileña. Las manifestaciones del miércoles y el jueves pasado en São Paulo acabaron con cientos de detenidos. Y con escenas terroríficas: policías militares usando gas lacrimógeno a discreción y pelotas de goma, rostros ensangrentados, cristales rotos, barricadas. El jueves 13 fue el punto de inflexión. Explotó la indignación. Una intensa emocionalidad conectó luchas dispersas, plurales. Y la revuelta del Passe Livre pasó a conocerse como Revuelta del Vinagre, ya que los manifestantes usan vinagre para mitigar el efecto del gas lacrimógeno.

Los grandes medios de comunicación también encendieron la ira de los brasileños. La mayoría uso la palabra ‘vándalos’ en sus titulares para describir a los manifestantes. E ignoraron las duras imágenes que circulaban en las redes sociales gracias a medios independientes como Outras Palavras o blogs satíricos como V de Vinagre (que hacía alusión a la prohibición de llevar vinagre a las manifestaciones, usado para protegerse del gas lacrimógeno). Mientras la todopoderosa Rede Globo inundaba las pantallas de los preámbulos de la Copa de la Confederaciones, un medio independiente como la Agência Pública elaboraba un mapa abierto con los casos de violencia policial y revelaba que el gas usado por la policía turca en las calles de Estambul era exportado por una empresa brasileña.

Algo cambió cuando la policía agredió a algunos periodistas de los grandes medios. Algunos de ellos pasaron, cuanto menos, a divulgar la represión. La violencia policial también apareció al final de la manifestación contra la Copa de Confederaciones de ayer, durante el partido entre México e Italia en el estadio de Maracanã. Una violencia que llegó de la mano de un apagón informativo casi generalizado de los grandes medios. El activista Lucas Pedretti denuncia que durante el partido entre México e Italia «la FIFA ordenó el corte de la señal de transmisión de las rádios que cubrían las protestas y las cámaras de vigilancia de la ciudad».

El cóctel de manipulación mediática y violencia policial es para muchos una de las principales causas de la revuelta. ¿Pero hay algo más? ¿Algo no visible a primera vista?

La respuesta (parcial, incompleta) podría encontrarse en la estrategia y en la táctica del Passe Livre. Acción directa, mensajes contundentes («Si la tarifa no baja, la ciudad va a parar»), manifestaciones convocadas con pocos días de separación (la primera fue el día 06 de junio), estética oscura. El guión Passe Livre es redondo: gritos, tambores, energía. Nada de miedo. Y fuego y violencia, si lo consideran necesario, contra símbolos del capitalismo, nunca contra personas.

El Passe Livre representa como nadie la esencia de los movimientos autónomos. Desde el año 2005, incentivan la autoorganización en todo el territorio brasileño. Y su cóctel, de corte más bien clásico, a sorprendido a todos. A los activistas. A la clase política. A todos. Tal vez hasta ellos mismos. La violencia policial, retransmitida al vivo por decenas de teléfonos móviles ha acabado de encender un fuego social que no entraba en ninguna quiniela. Y el transfondo de protestas contra la Copa de Confederaciones, convocadas hace meses, ha acado de rizar el rizo indignado. Y la red hizo el resto. La indignación recorre la red de forma vertiginosa, desemboca en lógicas transversales al margen de viejas instituciones, conectando malestares, generando un empoderamiento inusual y explosivo. Todo puede pasar en el Quinto grande ato contra o aumento das passagens!.

Y el malestar ante la gestión de la crisis – violencia policial, silencio político – ha llevado a muchos colectivos y movimientos a unirse al clamor de las calles y las redes. Fernando Haddad, el alcalde de São Paulo, del Partido de los Trabajadores (PT, el partido de Dilma Rousseff, y Lula), acusó al movimiento de inmaduro porque «no muestra quiénes son sus líderes». El colectivo de #ExisteAmoremSp envió al alcalde de São Paulo una que tiene desperdicio: “Quien es un inmaduro eres tú. Porque no entiendes la nueva lógica del activismo, la autoorganización, la inteligencia y la indignación colectiva». Sin embargo, el Movimento Passe Livre critica de «oportunistas» a muchas redes y colectivos que están intentando subirse a las protestas. Empezando por #ExisteAmoremSP. No es casualidad que en el inicio de las protestas del Passe Livre corease el lema «Acabou o amor» (acabó el amor). Sin embargo, parece inevitable que el protagonismo de las calles, a partir de la jornada de hoy, será colectivo, disperso, fragmentado.

Muy pocos políticos han reconocido la importancia de las redes en la incipiente y confusa Revuelta del Vinagre. Vinicius Wu, secretario del Gabinete Digital del Gobierno de Rio Grande do Sul, es una de las excepciones: «El papel de internet y de las redes sociales es central y, en general, los políticos y formadores de opinión no han lo han entendido mínimamente». El filólogo Otavio Brum afirma en Facebook que en el movimiento «no hay jerarquías, no hay un centralismo ni hay una reivindicación única». Caio Martins, uno de los miembros del movimiento Passe Livre, en declaraciones a eldiario.es, reconoce la importancia de la red: «Las redes sociales no sólo han ayudado mucho, sino que han conectado nuestra lucha de forma transversal». Un detalle: en el evento de Facebook de la manifestación que hay convocada para hoy alguien colocó una pregunta y una votación. «¿Amigos, estáis de acuerdo en usar banderas de partidos políticos?». El resultado: rechazo masivo.

En los últimos tiempos de Brasil ha habido muchos movimientos-flujos «de las redes a las calles». Manifiestaciones de movimientos ciclistas en las urbes. Las mujeres desnudas de la Marcha de las Vadias inundando decenas de ciudades. Jóvenes tranformando una plaza en una playa en Belo Horizonte. Ciudadanos incentivando la convivencia de vecinos con el proyecto de redes Conheça Seu Vizinho. Y un largo etcétera. La política, sucediendo al margen de las instituciones. Lejos de los partidos. Nuevas lógicas horizontales que, en palabras del secretario Vinicius Wu, ponen en «jaque la capacidad de los actuales representantes de absorber las nuevas dinámicas sociales y políticas que se expresan en las calles del país». Política en red. Sociedad en red. Revuelta en red. ¿Políticos en red u oportunistas que fingen que entienden lo que pasa?

 Domingo, 17.00 horas. El espacio de co-working Estufa, en el barrio de Vila Madalena de São Paulo , está hasta la bandera. Cientos de personas intentan organizar la megamanifestación del lunes. Hay cierta tensión. Nervios. Los acontecimientos han desbordado las previsiones. Cien ciudades del mundo, entre ellas Madrid, han confirmado manifestaciones de apoyo. Se intentan crear grupos de trabajo. Comunicación. Primeros auxilios. Un equipo de pacificadores. «¿Están organizados los abogados», pregunta una voz. No deja de llegar gente.

Tulio Tengi, de la Escuela de Activismo, habla casi gritando: «Queremos romper la narrativa de la violencia. Cubrir el lado del amor, de la no violencia. Es el foco». Se citan nuevas plataformas creadas en Facebook ( It happens in São Paulo). Nuevas cuentas de Twitter ( @vinegarwar). Se intenta encontrar un hashtag que explique al mundo lo que está pasando. Salen en la conversación el 15M, Occupy Wall Street, las revueltas de Turquía. #YoSoy132. Pero la etiqueta se resiste. No hay un consenso claro. Hay más preguntas que respuestas.

A las 18.00 horas, todos se dispersan. Hiperactivos. Hablando en corros o por sus teléfonos móviles. Muchos critican ya la etiqueta #OGiganteAcordou, que nació en un anuncio de Jonnie Walker y suena a «derecha». Y replican que el gigante, «en las favelas, en la periferia», nunca durmió. El gigante es la multitud. Un gigante de millones de cabezas, singular y distribuido. Algo ha cambiado en la última semana. Se respira otro aire. Otra energía. Como comparte la urbanista Giselle Beiguelman en su perfil de Facebook, «la semana empieza en el largo da Batata. Redes y calles (y mucho ruido). Y eso es excelente. Sin grandes coaliciones, sin ídolos, sin líderes a los que seguir».