Nunca nada será lo mismo

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Este texto es una remezcla de Utopías Piratas: Zona Autónoma Temporal  (Hakim Bey, 1985-1995-2003), Megalopolis: Contemporary Cultural Sensibilities (Celeste Olalquiaga, 1992), Inteligencia Colectiva (Pierre Levy, 1994), Change the world without taking power  (2012, John Holloway), el cartel realizado por la revista Adbusters que ilustra el texto, la letra de la canción colectiva Tencere Tava Havasi compuesta e Estambul tras #OccupyGezi y Chapuling in the streets: John Holloway greets Occupy Gezi Resistance with solidarity, (Social Network Unionism, 2013 ). Ver metodología al final del texto*.  

Como las fiestas, las revueltas no pueden ocurrir todos los días. Pero tales momentos de intensidad dan forma y sentido a la totalidad de una vida. El chamán retornará, pero las cosas han cambiado. Ciertos desplazamientos han tenido lugar. Una diferencia se ha instaurado. Nunca nada será lo mismo. Las navegaciones transversales, heterogéneas, de los nuevos nómadas exploran otro espacio. ¿Cómo hacer elevarse una sinfonía a partir del rumor de lo múltiple? ¿Cómo pasar – sin partitura previa – de un ruido de multitud a un coro? Si así les gusta, pueden llamarnos infantiles, pero este es nuestro punto de partida: nosotros gritamos.

¿Qué ha pasado con nuestra ciudad? Está llena de edificios-esteroides. No me veo cruzando este nuevo puente. Imposible fundar una ciudad, imposible de aquí en adelante establecerse, donde quiera que sea, sobre un secreto, un poder, un suelo. Los cuerpos se están volviendo ciudades; sus coordenadas temporales, coordenadas espaciales. Las historias han sido substituidas por los mapas. Y cada uno de nosotros es dueño de la mitad del mapa; como dos potentados del Renacimiento definimos una nueva cultura con nuestro anatema de cuerpos. Con nuestra emulsión de fluídos, las junturas imaginarias de nuestra Ciudad-Estado se desdibujan en nuestro sudor. Somos inmigrantes del subjetivismo. Somos nómadas de un espacio sin aristas.

En el principio, como dijimos, era el grito. Nuestro grito es una proyección-más-allá, la articulación de una otredad que puede llegar a ser. Es el grito de la esperanza. Ven lentamente, lentamente, el suelo está húmedo. Aquí podemos entrever una geografía completamente nueva, un tipo de mapa de peregrinación en el que los lugares sagrados son substituidos por Zonas Autonómamente Temporales (TAZ): una ciencia real de psicotopografía que puede ser llamada «geoautonomía» o «anarcomancia». La Tierra muere, con los dioses, si los cantos no se retoman, si los grupos no vuelven a escuchar su eco sobre la piedra, si los viajes no se emprenden de nuevo, si las huellas son abandonadas. Ven lentamente, ven.

Y bruscamente, en el recodo de un pasillo subterráneo, surge la música del porvenir. La tierra como una canica bajo el ojo gigante de un satélite. La Zona Autónomamente Temporal (TAZ) como una forma de sublevación que no atenta directamente contra el Estado, como una operación guerrillera que libera un área de tierra, de tiempo, de imaginación. Y entonces se autodisuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda aplastarla. La TAZ es un campamento de guerrilleros ontológicos: atacan y escapan. Mantén en movimiento a toda la tribu, aunque sólo se trate de datos en la Web.  La circulación devora, recubre, obstruye, ahoga, ensordece la ciudad. Horada, despedaza, corta el campo. ¿Qué ha pasado con nuestra ciudad? ¿Qué hacer? Cambiar el mundo sin tomar el poder.

Ven lentamente, el suelo está húmedo. Ven desnudo como un signo. Todo el mundo está bailando en las calles. Bailando con rabia, bailando con alegría sobre las tumbas de nuestros señores. El baile nos da el lenguaje. Las imágenes que necesitamos para vernos a nosotros mismos. Somos todos turcos, todos griegos, todos chipriotas. Ven lentamente, baila. Allana moradas pero en vez de robar, deja objetos Poético-Terroristas. Secuestra a alguien y hazle feliz. Convéncele de ser el heredero de una inmensa, inútil y asombrosa fortuna. Digamos 5000 hectáreas de Antártida. O  un viejo elefante de circo. O  una colección de manuscritos alquímicos. Baila Estambul, baila Ankara, baila Izmir. El mundo baila contigo. El Cairo, Atenas, Madrid, Nueva York, Londres, Cochabamba. Bailes inverosímiles en cajeros automáticos nocturnos. Despliegues pirotécnicos ilegales.

La lucha del grito es la lucha para liberar a la subjetividad de su cuerpo físico. Ya no se trata del tiempo de la historia, referido a la escritura, a la ciudad, sino de un espacio moviente, paradójico, que nos llega también del futuro. Tiempo errante, transversal, plural, indeterminado, como el que precede a todos los orígenes. Las memorias han sido intercambiadas por los escenarios. Los signos, a su vez, se hacen emigrantes: este humus no cesa de temblar, de quemar. Deslizamientos vertiginosos en religiones y lenguas, haciendo zapping entre las voces y los cantos. Bailes inverosímiles en cajeros automáticos.

El chamán retornará, pero las cosas han cambiado. No hay devenir. Ni revolución. Ni lucha. Ni sendero. Tú ya eres el monarca de tu propia piel; tu inviolable libertad sólo espera completarse en el amor de otros monarcas: una política del sueño, urgente como el azul del cielo. Separados de la tribu por una nostalgia feraz escarbamos túneles tras las palabras perdidas. Después, encontramos las bombas imaginarias. Nunca nada será lo mismo.

 

*No he utilizado ninguna palabra que no aparezca en los textos utilizados como código fuente para la remezcla  En general, he encajado frases enteras de los diferentes textos. He añadido alguna coma o punto. También he cambiado alguna «y» minúscula en «Y» mayúscula.  

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