Hay entrevistados que entienden cada entrevista como una pieza necesaria en la cadena de montaje de su carrera. Sus entrevistas son marketing, cordialidad y/o diplomacia. Responden fríamente, con estudiada brillantez y espontaneidad. Otros, como la mexicana Rossana Reguillo, se asoman a las entrevistas como si fueran un espejo, una espiral o su propia piel. Responden descubriéndose en cada coma, en cada verbo, en cada silencio.
Imposible mejorar la (auto) biografía que la propia Rossana me envió por correo electrónico, para que yo la rehiciera.
Rossana Reguillo según ella misma:
«A los 15 años, durante seis meses, Rossana Reguillo Cruz atendió el teléfono en una agencia de autos.
“Volkswagen Albarrán a sus órdenes”.
“Volkswagen Albarrán a sus órdenes”.
“Volkswagen Albarrán a sus órdenes”.
Cuando se hartó de repetir esa introducción, renunció, trabajó de mesera, de vendedora y de otras cosas.
Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara, hoy hace crónica, investigación académica y también periodismo. Hija de una chiapaneca rica y un combatiente republicano de la Guerra Civil Española, todo el tiempo fuma cigarrillos Benson&Hedges. Su madre le transmitió la fascinación por el relato, y la osadía que la caracteriza. De su padre heredó que la militancia por la justicia es una tarea que no acaba nunca. A los once años tuvo un accidente, atroz, con una moto. Debió operarse varias veces: superó las horas y horas en las camas de hospital sumergida en la lectura. Profesora invitada en universidades latinoamericanas y de Estados Unidos, cuando tiene tiempo le gusta nadar en el mar. Medita mientras».
A continuación, la entrevista entera, sin edición. Esta entrevista forma parte del proceso de investigación #tecnopolíticaLATAM que realizo para OXFAM.
¿En México, qué procesos, campañas o movimientos previos a #YoSoy132 destacarías como primeros episodios de la movilización en red?
Hay quienes sostienen que la irrupción del zapatismo marcó el inicio de la movilización en red, yo estoy de acuerdo, pero me parece que por la temprana fecha en que estalla el zapatismo (1994), no existía la diversidad de plataformas de las que hoy disponemos. Lo del zapatismo fue un uso novedoso e inteligente de lo que internet posibilitaba en ese momento y sí es cierto que articuló una movilización internacional importante, por ejemplo en la creación de sitios web tanto originales como espejos del propio sitio zapatista, que logró dos cosas: volver aún más visible al movimiento zapatista e impedir la censura tradicional a la que el gobierno mexicano estaba acostumbrado; ya no se trataba de censurar o comprar medios y periodistas, el zapatismo se escapaba de los dominios del poder convencional; pero hay que señalar que no fue propiamente una movilización en red en el sentido en que lo entendemos ahora.
Para mi, un antecedente importante es el movimiento “anula tu voto” en las elecciones intermedias de 2009; seguí muy de cerca el movimiento y ahí vi por primera vez la centralidad de internet, plataformas tecnológicas, redes sociales utilizados para construir redes. El trabajo fue notable y la genialidad de las y los jóvenes que manejaban estos dispositivos posibilitó una articulación importante entre la calle y la red (tengo un ensayo sobre esto, que puede ilustrar este punto).
Otro antecedente es el de las ocupaciones que se dieron en 2011 en algunas ciudades del país. Yo estaba en Nueva York en esos momentos pero pude atestiguar el modo en que “México toma la calle” y otros nodos, se articularon a la ola de protestas y ocupaciones globales, de octubre a noviembre de 2011, las ocupaciones estallaron en distintos puntos para gran desconcierto de los poderes; hubo mucha represión en Veracruz, en San Luis Potosí, en el Distrito Federal entre otros lugares, me parece que estas movilizaciones significaron una incipiente conversación colectiva que sería importante para #YoSoy132.
También está la gran movilización de “Internet libre para todos”, que sumado a la movilización internacional, dio en México una batalla épica; es importante destacar que aunque fueron 12 organizaciones de la sociedad civil las que produjeron un documento para llevar al Congreso y pelear contra la inequidad, el control, el difícil acceso de internet, fueron muchas y muchos activistas sin filiación organizativa los que encabezaron –principalmente en twitter- esta movilización por lo que tal vez tú llamarías “código abierto”. Ahí se hizo mucho más visible la centralidad de internet para las luchas ciudadanas. No es casual que #YoSoy132 colocara como una de sus cartas más importantes la crítica al monopolio televisivo y la necesidad de democratizar la información y la comunicación. Quizás lo relevante de estos antecedentes es que ayudaron a la configuración de nodos de resistencia y lucha a nivel nacional e internacional. Y habría que añadir, no en clave de movilizaciones en red, la tradición de lucha estudiantil en el país a partir de 1968.
Massimo Modonesi, en diferentes artículos, afirma que el EZLN dejo de ser el referente de las luchas mexicanas después de La Otra (2005). A su vez, califica de postzapatismo las nuevas movilizaciones en red. Por un lado, habla de #YoSoy132 como influencia y continuidad. Por otro, como ruptura del zapatismo. ¿Qué piensas de ello?
No conozco a fondo el trabajo de Modonesi, salvo el artículo que citas; le precede una gran prestigio como historiador y me parece que tiene razón en inscribir al movimiento #YoSoy132 en una línea de ruptura y continuidad. Desde mi trabajo de corte más antropológico, puedo decir que muchas y muchos de los participantes en el movimiento o convocatoria (como lo llama Mariana Fabela), asistieron a la “Escuelita Zapatista”, esto los ha marcado profundamente, son zapatistas sin ser zapatistas y suscribo también que ejes que hablan de una cierta continuidad: el simbolismo como un lenguaje propio de ambos movimientos; la horizontalidad, como perspectiva de búsqueda y organización. Modonesi encuentra claves muy interesantes para pensar estas marcas.
Sin embargo, la participación en #YoSoy132 de numerosas y numerosos jóvenes que asistían a “su primera vez”, es decir que se inauguraban en las calles, en las asambleas y en la tecnopolítica; además de la llegada (es una manera de decirlo) de la cultura hacker y, de sujetos y colectivos que venían de los movimientos LGBT, generaron una mezcla muy interesante (a veces conflictiva) de culturas políticas que han ido más allá del zapatismo en el sentido de incorporar al “acervo” del movimiento referencias pluriculturales como Anonymous, Assange, Snowden. La insurgencia #YoSoy132 no puede reducirse a una sola herencia, me parece y, además hay que colocar un asunto clave no hay un #YoSoy132, son muchos, el peso de lo local ha jugado un papel central y a veces suele pensarse que el movimiento es lo que se ha visto y se expresó en la ciudad de México, esto es problemático por decir lo menos.
¿Cuáles fueron las mayores disrupciones (en formato, organización, comunicación) de #YoSoy132 con respecto a los anteriores fenómenos de red?
Yo todavía estoy mareada y tratando de entender y aprender en la velocidad con la que se mueven. Ya señalé que una dimensión fascinante fue la mezcla de culturas políticas, que ha sido su fortaleza pero también su punto de tensión más alto. Con relación a los formatos y organización, lograron una buena articulación entre calle y red; la manera de poner el cuerpo en la calle (que se inscribe en la estética y expresión de la ola de insurgencias globales desde 2011), representó desde los primeros momentos un capital importantísimo para el movimiento, la mezcla entre protesta, festival, fiesta de los cuerpos y la palabra libre en la calle, les atrajo una gran simpatía social, porque mostraba en otros “formatos” la indignación de otros muchos movimientos sociales con expresiones más tradicionales. La manera y la destreza en el uso de internet y diversas plataformas (blogs, portales, etc) y la inteligencia colectiva en el uso de las redes, Facebook fue en la fase alta del movimiento, más importante que twitter, logró articular y enlazar disidencias de distinto cuño pero unidas en la convocatoria. Sin representatividad estadística tengo un análisis elaborado a partir de una encuesta que yo apliqué en línea y que comparo con las elaboradas por data…para el 15M y Occupy Wall Street (estoy en ese análisis) pero comparto aquí un gráfico del uso de las tres insurgencias, de tres plataformas, que puede resultar interesante:
(Las encuestas del 15M y OWS, fueron diseñadas, levantadas y analizadas en un primer registro, por el grupo El grupo de investigación «Redes, Movimientos y Tecnopolítica» del Internet Interdisciplinary Institute (UOC) Y, la de Yo Soy 132, fue diseñada, levantada por Rossana Reguillo, Lorena García y Eduardo Mendoza, en el marco del proyecto: Culturas enREDadas, jóvenes y postpolítica)
Otra cuestión que me parece importante a este respecto es la descentralización de los nodos comunicativos, aunque hubo disputas, ningún nodo pudo reclamar la única y verdadera fuente de comunicación del movimiento, esto es un logro y ahí tienes hoy, células del movimiento hablando con legitimidad ganada a pulso, en distintas partes del mundo.
Y finalmente, a diferencia de otros movimientos, los participantes en #YoSoy132 se convirtieron en sus propios periodistas, es decir, hablaban desde el centro de la acción y se representaban a sí mismos, en sus escritos, discursos, acciones, marchas, asambleas. Esto sí que es una novedad, lo que llamo la producción de presencia ha sido determinante en la forma de entenderse a ellas y ellos mismos. Rompieron el privilegio y el monopolio de los poderes mediáticos a la representación de los movimientos (lo que pasó con más fuerza con los acontecimientos de Ayotzinapa).
¿Cómo definirías este nuevo espacio híbrido (o anfibio, como habla la gente de YoSoyRed)?
Me cuesta aún tomar una posición sobre el asunto. Tengo una profunda incomodidad interpretativa para definir si estamos ante nuevos movimientos sociales, insurgencias de nuevo cuño, movimientos en red, movimientos red o como me he inclinada hasta el momento por nombrarlo como “revueltas de la imaginación”. Creo que cada definición comporta sus ventajas y sus límites, lo que resulta clarísimo es que nos ha obligado a revisar de fondo las baterías conceptuales con las que trabajamos. Espacios anfibios o híbridos, es interesante como metáfora para pensar y analizar las mezclas de las que ya hablé antes.
Cuando surgió el movimiento y/o acción #PosMeSalto, los estudios de YoSoyRed visibilizan una mutación de un sistema red previo hacia una nueva causa. ¿Cómo se produce ese salto, mutación, de un enjambre sincronizado anteriormente en otros procesos?
Sin duda, mira ya en 2005, cuando participé en la elaboración y análisis de la Encuesta Nacional de Juventud, encontramos una cuestión interesantísima que ratifica esta hipótesis: los jóvenes habían dejado de participar en organizaciones para participar en causas, para mi como estudiosa de las culturas y movimientos juveniles, fue un hallazgo de oro, hoy puede parecer una trivialidad, pero indicaba que algo fuerte estaba cambiando en los procesos de agregación y activismo entre los jóvenes, las instituciones y las organizaciones dejaban de ser relevantes, eran los procesos, las situaciones, los problemas, los acontecimientos los que empezaban a marcar el rumbo de su presencia en lo público. La noción de enjambre me parece muy acertada, lo hemos estado viendo con mucha nitidez, en el #PosMeSalto, @YaMeCansé (y toda su saga), #AyotzinapaSomosTodos. Tengo una hipótesis en elaboración (me faltan aún datos), pero sostengo que la relevancia internacional alcanzada por el doloroso tema de Ayotzinapa fue posible en gran medida porque se activaron casi todas las células internacionales de #YoSoy132.
El liderazgo colectivo, distribuido, la ausencia de jerarquías, la forma de convocatoria, de protesta… chocan frontalmente con las lógicas de la vieja política y de los movimientos sociales clásicos. ¿Presenciaste durante estos años alguna tensión entre organizaciones tradicionales mexicanas y los nuevos procesos?
Sí, es un tema complicadísimo. Para los militantes de viaja guardia es muy difícil entender el proceso de toma de decisiones por fuera de la asamblea y los liderazgos centralizados; la tensión se dio no solo con organizaciones tradicionales, si no al interior del propio movimiento. A eso me refiero cuando hablo de culturas políticas diferenciadas. El intento de cooptación de #YoSoy132 por parte de partidos, líderes o actores de la política tradicional fue siempre un riesgo, que me parece que el movimiento solventó con gran agudeza y ligereza (otro de los atributos del movimiento); en México pesa aún mucho el corporativismo (de izquierda y de derecha), el centralismo, la figura del líder, afortunadamente estos movimientos han venido a dar un coletazo de muerte a estas formas de hacer y vivir la política.
¿Es importante el componente emocional, subjetivo, como desencadenante de nuevos procesos de red?
Central, es en realidad mi tema fuerte de investigación. Junto con la emoción, la imaginación como posibilidad política, han jugado y juegan un papel central en las formas de entender-se y entender el mundo. Por eso me sorprendió mucho que Bauman dijera –con respecto al 15M-, que ¡la emoción no construye! Es un desatino, por decir lo menos, en toda la ola de revueltas globales, la intersubjetividad necesaria a todo proceso en red, se alimentó de emociones fundamentales. Por ejemplo la esperanza y la alegría que acompañaron a #YoSoy132 y otros movimientos, #15M, #OWS, que son los casos que mejor conozco, resultó un articulador fundamental para las acciones colectivas, incluso mayor que el miedo, que también tiene un papel que hay que entender.
Por ejemplo en la encuesta que apliqué a participantes de #YoSoy132, utilicé tres momentos para entender las emociones: el inicio, los resultados electorales de julio de 2012 y la toma de posesión de Peña Nieto y la gran represión del #1DMx, con estos resultados: en la fase inicial 81% contestó que la esperanza era la emoción principal experimentada; con los resultados electorales que dieron el triunfo a Peña Nieto, solo 27% habló de esperanza contra 64% que señalaron la frustración y, en el momento de la gran represión, solo el 20% señaló la esperanza contra un 34% que señalaron el miedo, que no había aparecido antes. Desde luego estos resultados son aproximativos pero en mi trabajo cualitativo (etnográfico y de entrevistas en profundidad) puedo señalar que la dimensión emocional es central, para construir lazos que se traducen en confianza en el sí mismo y en la o el otro. Es lo que Spinoza llama las pasiones alegres y las pasiones tristes. Las pasiones alegres nos empoderan, recomponen nuestras relaciones con el mundo; las pasiones tristes, desordenan nuestro mundo y nos aíslan.
Me parece que la ola de revueltas globales pueden ser leídas como una oleada de pasiones alegres que son combatidas por pasiones tristes.
¿La nueva forma de hacer política de dichas eclosiones sociales significan una vuelta a identidades y prácticas colectivas más allá de las ideologías?
Me parece más bien que se inscriben la lógica de las “identificaciones”, en un trabajo inicial sobre OWS, señalé que la forma 99%, marca un desplazamiento de las identidades políticas modernas (nosotros los obreros, nosotras las mujeres, nosotros los estudiantes) y abre nuevas formas de identificación. Lo que ata y une, no es una filiación a una categoría cerrada, si no el reconocimiento en esa categoría problemática pero útil, como multitud. Lo mismo sucede con OWS, 15M, 132 e incluso en el caso interesante y terrible de Gezi Park, no hay ahí mediación identitaria, es la afectación que interpela, la búsqueda de las y los otros en una preocupación por lo común. Es realmente fascinante y todavía tenemos mucho por aprender.
¿Cómo dialogan las diferentes causas sociales y políticas mexicanas en los últimos años? ¿Existe transversalidad en dichas causas?
Difícil responder, México es muy grande y muy diverso, hay problemas transversales como la violencia, la pobreza, el autoritarismo, pero ha sido muy difícil y cuesta arriba tratar de articular un movimiento que articule nacionalmente por tiempo sostenido. Yo creí seriamente con los datos a mano que Ayotzinapa iba a representar ese movimiento, me equivoqué, las culturas políticas diferenciales, los problemas locales y especialmente las herencias del PRI, en el sentido de haber fragilizado las organizaciones y las instituciones intermedias (entre el gobierno y el ciudadano, nada!), vuelven complicado tejer transversalmente. Hay casos extraordinarios pero que no logran aglutinar los antagonismos, como diría Chantal Mouffe, es decir agrupar a los adversarios en una dirección común, entre estos casos está claro el #YoSoy132, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Ayotzinapa en su expresión más acabada. Se avanza pero hay que trabajar mucho a nivel de base y de cultura política.
Las revueltas de México (#YoSoy132 y sus diferentes mutaciones) y las de Brasil de 2013 acabaron de colocar a la región en este mapa de las revueltas globales. Sin embargo, los diferentes gobiernos tampoco están entendiendo la dinámica de estos nuevos movimientos, colectivos, redes, formas de hacer. ¿El tradicional centralismo estadocéntrico latinoamericano, dificulta dicho entendimiento?
Yo creo que sí, al Estado le enloquece la ausencia de límite y forma, donde ejercer su poder, estas revueltas logran justo eso, salirse del mapa de lo representable para los poderes y creo que no solo pasa en América Latina, ahí tienes la represió brutal en España, en Turquía. Los cuerpos en la calle y la toma de la palabra por parte de los actores sociales, son difícilmente asimilables para los gobiernos, son un desafío que no están dispuestos a tolerar y los gobiernos también aprenden, quizás con mayor lentitud que los movimientos pero aprenden cómo desactivar la revuelta, no solo a través de la represión directa, sino ahora a través del uso de las redes.
¿Cómo se fraguó el proceso #YaMeCansé tras la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa?
Justamente a esto me refiero en la respuesta anterior. La inmensa movilización callejera y en redes que ha provocado la desaparición de los 43 estudiantes, la evidencia de la corrupción y del grado al que ha llegado a la narcopolítica, la respuesta internacional y movilizaciones globales, pusieron en situación de fragilidad al gobierno. Y en esa rapidez de la que ya hablé, un desliz del entonces Procurador de Justicia, Murillo Karam, que tuvo el desatino de decir en una rueda de prensa en la que informaba sobre sus “verdades históricas”: Ya me cansé. Inmediadamente los tuiteros (que han ido adquirieron cada vez mayores destrezas) elevaron a la categoría de Trending Topic, el #YaMeCansé, que me parece que alcanzó su versión #YaMeCansé23, hay que verificarlo, con contenidos críticos hacia la administración de Peña Nieto. No me parece que se haya fraguado, es eso que señala Escorcia, del enjambre mutando y moviéndose, un HT que generó una respuesta masiva y que fue contrarrestada por esos nuevos aprendizajes de los gobiernos a los que ya aludí: los bots que infectaban el HT. No lo sé de cierto pero creo que ha sido el HT más importante en México. De ahí sí derivó o se fraguó otro proceso fascinante, #YaMeCanséPorEsoPropongo, en el que un grupo de académicas y activistas, invitaron a través, claro! de plataformas en internet a mandar postales firmadas con la crítica y la propuesta, recibieron 8000 postales que luego fueron impresas y presentadas en el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México y se ha convertido en una exposición itinerante que artículo el cansancio y la desesperanza.
¿Qué mutaciones podemos esperar?
Apelo a la teoría de los movimientos sociales, éstos no desaparecen, entran en fase de latencia y de invisibilidad. Lo que las revueltas de los últimos años han aprendido, está ahí, los nodos existen; #YoSoy132 ha mutado y derivado en múltiples grupos y colectivos que siguen trabajando articuladamente. Sin duda, el poder tiene quien le responda y las resistencias empiezan a brotar en muchos lados del país. Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingán, no son casos cerrados, son heridas abiertas por las que respira la rebeldía. Sin tener certeza me parece que la violencia será el tema más relevante y desafiante para las mutaciones de las revueltas.
Han surgido algunos intentos de nuevos partidos-movimiento en México. Morena (vinculado al PRD), Movimiento Ciudadano, aquel efímero WikiPartido. ¿Qué opinión te merece? ¿Tendrá México su partido-movimiento, como vaticinaba Boaventura de Souza Santos?
Si hubiera respondido esto antes del 7 de junio, fecha de las elecciones intermedias, te hubiera respondido con un rotundo no; otra vez me equivoqué. Lo que vimos principalmente en Jalisco, pero también en otras partes de México es la emergencia de nuevas formas de hacer política. El triunfo histórico de un joven de 25 años como candidato independiente a diputado local, es un hito, detrás de él hay un colectivo de jóvenes organizados a través del wiki-partido (estuvieron trabajando y trabajando), hay vientos de esperanza. Por otro lado, la barredora naranja, es decir Movimiento Ciudadano, arrasó con el PRI en Jalisco. Pero no estoy segura de que estemos en posibilidades de hablar aún de un partido-movimiento. Este 2015 trajo cosas interesantes en este nivel, pero los principales desafíos del país no pasan por las urnas.