La innovación como poesía y código

Hace unas semanas me enviaron un cuestionario sobre liderazgo e innovación política. Forman parte de la investigación de un amigo argentino realiza para una supra organización que engloba a todos los países de América Latina. Respondí en corto. Pero mis respuestas pretendían desplazar la investigación a otros márgenes, desordenar, imaginar otros caminos. Tras repasarlas, corregirlas y ampliarlas un poco, las comparto por aquí.

1.¿Qué tipo de perfil cree que tiene el líder del Siglo XXI? ¿Podrías mencionar sus características?

Yo entraría a cuestionar directamente la necesidad de tener «líderes» o la definición del liderato. Hoy tuiteé este post de Juan Freire que me gustó mucho: «estar loco y tener ritmo y vida interior». Si el liderazgo es esto, podría llegar a comprar. Destacaría esta frase: «Con tanto empeño en aprender, consejos, gurús, manuales … en ocasiones alguien puede tener la falsa impresión de que crear, liderar o emprender se reduce a una cuestión técnica. (…) Pero no es así; estar loco y tener ritmo y vida interior son esenciales para crear algo realmente especial y relevante».
Creo que necesitamos más mediadores, más articuladores, más conectores. Y menos líderes, por lo menos «líderes» entendidos de la forma clásica. Me interesa más alguien que teje red y genera espacios de convivencia comunes (sean digitales o analógicos) que un líder político al uso. Me interesa más alguien que consigue inventar espacios para ser habitados, espacios que sean base de relatos colectivos inspiradores. O un contador de historias que abre una polifonía de juegos infinitos que continúan en los otros. O alguien que planea perder el control de un proceso, pero que no tiene miedo porque crea previamente el tono, la arquitectura del diálogo, el imaginario….

2. ¿Qué herramientas debería saber usar?

Creo que más que herramientas, debería tener capacidad de escucha, de aprendizaje, curiosidad y capacidad mediadora. Tener cierta visión narrativa y simbólica me parece algo clave. Y debería demostrar también capacidad para cambiar de idea.

3. ¿Qué tipo de formación (académica o técnica) cree que debería tener el líder del Siglo XXI?

Estamos en la era de los «amateurs», los hackers son los científicos y los ilustrados del siglo XXI. El aprendizaje informal puede ser más importante que el informal en la formación de una persona. Tendemos a dar más valor a los formados en ciencias sociales, y a lo mejor deberíamos combinar poesía y código, o sea, sensibilidad y capacidad de generar arquitecturas comunes para redes de personas, voluntad de inventar cosmovisiones propias para una época y conocimiento metodológico para construir espacios de encuentro. También me encantan las personas que tienen una formación y trabajan en algo radicalmente diferente. Pensemos en Hakin Bey que estudió el sufismo en Irán y la organización de los piratas del siglo XVII y escribió una de las biblias del mundo hacker, Zona Autónoma Temporal (TAZ).

4.¿Qué tipo de perfiles cree usted que es preciso priorizar en el acceso a capacitación para fortalecer las capacidades de innovación política en la sociedad latinoamericana? ¿Debemos pensar en líderes políticos o sociales? ¿Porqué?

Me gusta maś hablar de innovación social que de innovación política. Entre otras cosas porque muchas de las cosas que son despreciadas por «no ser políticas», como ocupar una plaza o activar un huerto urbano, son profundamente políticas. Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, regando plantas en su casa de Montevideo es un maestro político profundamente inspirador. Más que muchos senadores con doctorados. De cualquier manera, el mercado y el sistema político son especialmente ágiles para robar narrativas. A estas alturas, «Innovación social» puede significar nada o algo muy similar a la «economía solidaria» del siglo XX. Me gusta el concepto de «innovación disruptiva» y maś todavía la «disrupcción». La destrucción creativa tiene su poética también.

5. ¿Podría mencionarnos experiencias, proyectos, programas u otros de capacitación en formación política en latinoamérica que conoce y considera positivas?

No confío en los procesos institucionales de formación política o en las escuelas de líderes, ya sean empresariales o políticos. Años de trabajo en red, en las calles y en Internet, es una mejor escuela.

6. ¿Qué metodologías pedagógicas o modelos de enseñanzas (online u offline) y qué formatos cree que son mejores para la capacitación de líderes, activistas y políticos?

Me gusta el concepto de La ciudad del aprendizaje. Escribí este post hace tiempo, inspirado por el trabajo de Doménico di Siena. También me gusta mucho la idea de «la educación expandida» (recomendable el libro publicado por Zemos98).

7.¿Qué tan efectiva le resulta usted la capacitación virtual y qué pierde en relación a la capacitación presencial?

Sin duda que para mí lo ideal es una mezcla de las dos. La virtual es importantísima, hoy  día podemos aprender más solos online que con profesores. De cualquier manera, las metodologías presenciales pueden jugar un rol importante o todo lo contrario. Si lo presencial es un encuentro profesor-alumno, con mensajes unidireccionales y en el que la convivencia y co-aprendizaje son inexistentes, a lo mejor no me interesa. O sí: no creo tampoco que haya que ser radical en el horizontalismo. Yo aprendo a veces escuchando una conferencia máster de alguien, otras veces escuchando una asamblea vecinal.

PODEMOS como esperanza global

 

Pubicado originalmente en Open Democracy el 05/01/2016

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El tuit de Edward Snowden felicitando a España llegó el 20 de diciembre, a las 21.40 horas, cuando los resultados electorales, que le otorgaron el 18% de los diputados del Congreso) eran casi definitivos. El tuit de Snowden, un auténtico rock star del nuevo milenio, enlazaba una información de The Guardian que destacaba la irrupción de PODEMOS y el fin del bipartidismo en España.

Snowden no fue el único. Ni el primero. Desde que PODEMOS diera la sorpresa en las elecciones europeas de mayo de 2014, los elogios y declaraciones de apoyo llegan de todo el mundo. No solo eso: en algunos países de Europa y América están intentando replicar la experiencia de PODEMOS de las más diversas formas. Mientras la conservadora caverna mediática española fustiga a la formación política de Pablo Iglesias, la fascinación por PODEMOS crece por todo el mundo.

Pepe Mujica, el admirado ex presidente de Uruguay, afirmó hace meses que PODEMOS es “un grito de alerta en el mundo contemporáneo”. Eduardo Galeano llegó a identificar a PODEMOS con el empoderamiento: “PODEMOS, sois los enemigos de la impotencia”. Luiz Inácio Lula da Silva, ex presidente de Brasil, llegó a desear buenos resultados a la formación de Pablo Iglesias para las elecciones del pasado 20 de diciembre, evitando hacer lo mismo con su tradicional aliado, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Desde Europa, también llueven declaraciones de amor. El cineasta Ken Loach asegura que PODEMOS “debe ser estandarte de la izquierda europea”. Y el mismísimo Julian Assange, fundador de Wikileaks e icono de la nueva era, afirma que Podemos es el “primer partido del siglo XXI”.

PODEMOS representa una alternativa innovadora y potente al agotamiento de las fórmulas socialdemócratas clásicas y a la incapacidad de la izquierda post-comunista para acceder al poder. Pero la fascinación por las novedades políticas españolas, que surgieron tras el estallido del movimiento del 15M, va más allá de PODEMOS. El fenómeno de las confluencias municipalistas que conquistaron algunas de las principales ciudades españolas en las pasadas elecciones municipales, frentes ciudadanos en los que PODEMOS participa, también ha tenido repercusión global. Las alcaldesas Ada Colau (Barcelona) y Manuela Carmena (Madrid) son celebradas como auténticas heroínas del cambio. Y diferentes ciudades del mundo están estudiando el método, la tecnología y la narrativa del municipalismo español.

Sin embargo, a pesar del espectacular resultado de las elecciones generales – PODEMOS es la tercera fuerza política y el partido más votado a través de candidaturas ad-hoc en Cataluña y el País Vasco – el sistema político y mediático español intenta deslegitimar todo lo que esté relacionado con PODEMOS, incluidos los gobiernos municipales de las alcaldesas de Madrid y Barcelona. ¿Qué es exactamente lo que asusta al establisment español? ¿Por qué la izquierda española, en especial Izquierda Unida, desprecia el auge del partido de Pablo Iglesias? ¿Por qué lo que está alrededor de PODEMOS inspira a la ciudadanía, intelectualidad, políticos y movimientos de izquierda en el resto del mundo?

Una nueva izquierda para Europa

La percepción que se tiene de PODEMOS en Europa y América Latina, las regiones del mundo donde más se habla del nuevo partido, es sustancialmente diferente. Europa siente fascinación por la energía, optimismo y popularidad de PODEMOS. Y considera que su entramado participativo de redes y calles es un chute de inspiración para el nacimiento de una nueva izquierda continental que cambie el rumbo neoliberal de la Unión Europea.

El politólogo británico Owen Jones, posiblemente el mayor defensor de la formación de Pablo Iglesias, en su artículo What I learned from Podemos, hace un minucioso repaso de lo que Europa puede aprender del nuevo partido español. Tras destacar la importancia del ecosistema social español, el 15M y algunos movimientos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Owen aborda el asunto que considera más importante de PODEMOS: que ha abandonado los métodos y simbología de la vieja izquierda. “El color de PODEMOS es morado, no rojo. Palabras como socialismo son difíciles de encontrar en los discursos de sus líderes. PODEMOS rechaza incluso la terminología de “izquierda versus derecha”, optando en su lugar por “personas versus élites”. Owen Jones destaca a su vez el “entusiasmo” y el “brillante optimismo” de PODEMOS.

La mayoría de las voces europeas, además de considerar a PODEMOS una fuerza de renovación para las izquierdas, también destacan su potencial democratizador. Thomas Piketty, profesor de la Escuela de Economía de París, destaca que “PODEMOS es una esperanza para la democratización de la Zona Euro”. El británico Paul Mason, autor del libro, Post Capitalismo, publicó recientemente un artículo en el que considera a las ciudades españolas gobernadas por confluencias, especialmente el Madrid de Manuela Carmena, la gran esperanza para construir un nuevo modelo de ciudad basado en la inteligencia colectiva y la colaboración ciudadana. Renaud Lambert, redactor jefe de Le Monde Diplomatique, escribió un artículo a inicios de 2015 en el que consideraba que PODEMOS es “el partido que cambia España”, pues está “traduciendo el discurso tradicional de la izquierda a través de ejes discursivos capaces de conseguir una mayor adhesión: democracia, soberanía y derechos sociales”. El semanario izquierdista alemán Der Freitag, dedicó la portada del número de abril a PODEMOS. La frase “Por qué el movimiento Podemos puede cambiar Europa” presidía la primera página del semanal.

Por otro lado, los medios europeos suelen asociar PODEMOS a la coalición griega Syriza y a las políticas anti-austeridad reclamadas desde el sur de Europa. Pero en los últimos tiempos, incluso articulistas del Financial Times como Wolfgang Münchau se han puesto de lado de las recetas económicas de la formación morada sobre la necesaria reestructuración de la deuda. En general, las izquierdas y la intelectualidad europeas consideran a PODEMOS como la mejor receta para acabar con el “extremo centro” del que habla Tariq Ali, una metáfora usada para describir partidos laboristas o socialistas entregados al neoliberalismo, a la austeridad y a la “nave nodriza” de la Unión Europea.

Las Américas

En febrero de 2015, Pablo Iglesias realizó una gira estratégica por Estados Unidos. En ella, se reunió con los economistas Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía en 2001) y Mark Weisbrot, cofundador del influyente Center for Economic and Policy Research (CEPR). Weisbrot se deshizo en elogios hacia Pablo Iglesias. Paralelamente, el líder de PODEMOS dialogó con los movimientos sociales y algunos intelectuales clave de la izquierda estadounidense. Especialmente relevante fue el paso de Iglesias por el programa Democracy Now, conducido por Amy Goodman, un emblema de las izquierdas estadounidenses. La charla de Iglesias y Goodman en la Universidad de Nueva York, convocada por el prestigioso Left Forum, tuvo una espectacular acogida. Y algunos pensadores críticos muy influyentes, como Noam Chomsky, han destacado reiteradamente la importancia del nuevo partido español: “Podemos es un partido que se levanta contra el asalto neoliberal que está estrangulando y destrozando a los países periféricos de Europa”. Por su parte, la americano-francesa Susan George afirma que PODEMOS “tiene la postura correcta en cuanto a cambio climático y al TTIP (el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea que se está negociando en la actualidad).

América Latina tiene una relación especial con PODEMOS. El hecho de que PODEMOS incorpore algunas teorías políticas del argentino Ernesto Laclau, como la “hegemonía” o la “construcción de un pueblo”, despierta recelos en una región en la que el relato del bloque progresista está en  decadencia. Sin embargo, buena parte de la izquierda y de los movimientos latinoamericanos siente que la fuerza de PODEMOS puede representar un huracán de renovación, sobre todo en lo que concierne a la construcción de narrativa nueva.

En México, Andrés López Obrador ha fundado un nuevo partido, el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), que se auto proclama el “Podemos mexicano” y busca la forma de partido-movimiento. En Brasil, donde la efervescencia social española a partir del 15M ha tenido una amplia repercusión, PODEMOS despierta pasiones. A finales de 2014, algunos destacados disidentes de la Rede Sustentabilidade lanzaron el partido Raíz Movimento Cidadanista, aclamado por los medios como “el Podemos brasileño”. Los Circulos de Cidadania de Rio de Janeiro también fueron activados a imagen y semejanza de los círculos de Podemos, para reinventar la participación política y el story telling de lo popular. El interés en Brasil es tan grande, que este año se publicó incluso el libro Podemos e Syriza: experimentações políticas e democracia no século 21 (Anna Blume). El último tercio del libro está dedicado exclusivamente a las confluencias municipalistas que gobiernan algunas de las principales ciudades españolas, como Madrid y Barcelona.

Y ahí tenemos una clave: la irrupción de PODEMOS ha generado una influencia e inspiración asimétrica, simbólica y orgánica que va más allá del propio partido. En Brasil, “Ahora Madrid” o “Barcelona en Comú” han sido tanto o más influyentes que el propio PODEMOS. En Belo Horizonte, una de las ciudades más importantes de Brasil, se está trabajando incluso una confluencia llamada Muitxos: Cidade que Queremos, a imagen y semejanza del municipalismo español. En México, la irrupción del movimiento Wikipolítica, que ha conseguido el primer diputado independiente de México, Pedro Kumamoto, tiene claras resonancias provenientes de la eclosión municipalista española.

Mientras la caverna mediática de España, su vieja izquierda (Izquierda Unida) o su extremo centro (PSOE) critican el fenómeno PODEMOS, existe un eco planetario que bebe de su energía, de sus prácticas y de una narrativa que supera la simbología revolucionaria clásica. A pesar de las cuestiones que ha suscitado la democracia interna de PODEMOS, y que constituyen la principal crítica al partido formulada por los movimientos sociales españoles, podríamos afirmar que el movimiento morado es un parte-aguas en la política global.

El filósofo portugués Boaventura de Sousa Santos habla de la Ola Podemos. En un artículo publicado en marzo de 2015, Boaventura recalcaba que PODEMOS no es un fenómeno del sur de Europa o de América Latina. Citando al Aam Aadmi Party indio (Partido del Hombre Común), Boaventura vaticina que la ola Podemos “puede emerger bajo otras características en otro continente o contexto”. De hecho, la irrupción de PODEMOS en las pasadas elecciones españolas ha sido celebrada por algunos partidos emergentes de todo el mundo. El Partido Democrático de los Pueblos (HPD), surgido tras las revueltas del Gezi Park de Estambul, conmemoró en Twitter el fin del bipartidismo español, por ejemplo.

La ola PODEMOS, más allá de lo que acabe ocurriendo en España, continuará. La ola PODEMOS puede expandirse, mejorando incluso el método participativo implantado por la formación morada. Y es, en definitiva, una bocanada de aire fresco para las izquierdas de todo el mundo. La ola PODEMOS – según Boaventura de Sousa –  “es una metáfora para encontrar una solución política progresista para el atolladero en el que nos encontramos, una solución que no implica ninguna descomposición política abrupta”.

Criptopunks y América Latina: de la soberanía tecnológica a la era de las filtraciones

El último número de la revista Teknokultura de la Universidad Complutense de Madrid (Vol 12, No 3, 2015) tiene el título de Desafíos de la acción colectiva en la era post-Snowden. En dicho número, público el artículo Criptopunks y América Latina: de la soberanía tecnológica a la era de las filtraciones, en el que repaso la incipiente y creciente relación de los denominados criptopunks y América Latina desde la explosión de Wikileaks hasta las filtraciones de Edward Snowden. Además de escribir sobre encuentros y/o procesos como el LabSurLab de Colombia y el Buen Conocer / FLOK Society de Ecuador, hago hincapié en la influencia de las filtraciones de Edward Snowden en América Latina, especialmente en Brasil. El artículo incluye un estudio de datos basado en Twitter que relaciona Snowden a Brasil, el país en el que las filtraciones fueron más influyentes.

Aquí se puede descargar el artículo en PDF

A continuación el resumen del artículo.

Resumen // La irrupción de Wikileaks en el mundo reforzó la sintonía geopolítica histórica de los gobiernos latinoamericanos y los hackers globales. Además, supuso un viraje en el imaginario y método de las luchas latinoamericanas históricas: las filtraciones y la criptografía renovaban el camino de la soberanía tecnológica. Las revelaciones de Edward Snowden acontecidas en junio de 2013 provocaron una aceleración del idilio de los criptopunks(o ciberpunks) y hackers globales con los gobiernos latinoamericanos, siendo aquellos profundamente influyentes en la aprobación del Marco Civil de Internet, un proceso colaborativo que la sociedad civil brasileña activó en 2009 para crear una legislación que protegiera la neutralidad de la red y que fue finalmente aprobado en marzo de 2014. El presente estudio intenta repasar la influencia de los criptopunks y hackers globales en América Latina, especialmente en la relación con los gobiernos progresistas. En concreto se presenta un estudio de datos para ver el impacto de las conversaciones en Twitter que vinculan a Snowden y el Marco Civil de Brasil.

América Latina cambia de piel

Foto: Pintada en las calles de Quito, durante las marchas del #19M Foto: Bernardo Gutiérrez

Artículo publicado originalmente en Ctxt.es

(entradilla) La derrota de Maduro en Venezuela, el triunfo de Macri en Argentina y el giro conservador de Dilma Rousseff abren una nueva etapa, pero el bloque progresista ha logrado consolidar una agenda de inclusión social. El futuro latinoamericano no será bolivariano pero tampoco exactamente lo contrario.

El pasado 19 de marzo, un lema inédito apareció en una pared del centro histórico de Quito: “Fuera China”. Las denominadas «Marchas del 19M», convocadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), avanzaban con gritos festivos contra el presidente Rafael Correa. La comunidad LGBT desplegó una gigantesca bandera arco iris sobre las cabezas de los manifestantes para denunciar el conservadurismo del presidente. Y los ambientalistas acudieron criticando la extracción de petróleo en el Parque Nacional de Yasuni, en la Amazonia. El movimiento popular Yasunidos, presente en la marcha, acusaba entonces a Correa de haber entregado el país a China. No sólo petróleo, también hidroeléctricas, minería, salud pública, agua, vialidad…

Las marchas del #19M contra Correa pasarán a la historia. Fueron las primeras convocadas por los movimientos populares que auparon la llegada de Correa al Gobierno. Además, se respiraba un ambiente nuevo: un coro de nuevos indignados de clase media entonaba gritos indígenas, añadiendo sus propias causas. La versión oficial del Gobierno sobre los manifestantes del #19M fue inamovible: eran «pelucones» (ricos) y «aniñados» (pijos de derecha). Pero el #19M ecuatoriano fue histórico principalmente porque en su micropolítica y simbología están las claves de la nueva era de América Latina. La primera clave es geopolítica: la evolución del «Yankees go home» al «Fuera China» revela que el gigante asiático va ocupando el lugar de Estados Unidos. La segunda clave: existe una tensión social provocada por un desgastado modelo neodesarrollista caracterizado por la exportación de commodities y la degradación ambiental.

La tercera clave sería la dificultad que los gobiernos progresistas tienen para entender las nuevas formas de acción y movilización de la ciudadanía. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, identifica cualquier protesta contra su Gobierno como derecha. El Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil acusó de «derechismo» a la multitud que ocupó las calles en junio de 2013. El antropólogo argentino Salvador Schavelzon, residente en Brasil, explica el fenómeno con una redefinición del término gobernismo: «Un tipo de argumentación cínica incapaz de reconocer críticas o matices, que asocia cualquier disidencia con la derecha y el neoliberalismo». La gran paradoja es que muchos de los gobiernos progresistas de América Latina mantienen un relato revolucionario pero con muchas prácticas políticas de la derecha. Incluso neoliberales.

Las marchas del #19M contra Correa pasarán a la historia. Fueron las primeras convocadas por los movimientos populares que auparon la llegada de Correa al Gobierno

El caso de Brasil, donde el ministro de Economía, Joaquim Levy, es un Chicago boy neoliberal, es el más extremo: Dilma Rousseff gobierna con las mismas políticas neoliberales de sus oponentes. La designación del centroderechista Daniel Scioli como candidato del Frente Amplio a la presidencia argentina también revela la nueva praxis de un bloque progresista que se ha alejado del bolivarianismo. ¿Existe un fin de ciclo de las izquierdas latinoamericanas, como alerta el periodista uruguayo Raúl Zibechi? ¿Significará la llegada al poder de las derechas neoliberales? La respuesta no pasa por mitificar el legado del bloque progresista como hacen algunos medios de izquierda europeos. Tampoco por criminalizar las políticas públicas del bloque. El cambio de piel latinoamericano es más sutil, complejo y poliédrico. Ni bolivariano ni exactamente lo contrario.

De Bolívar a Wikileaks

Naomi Klein, en La doctrina del shock, destacaba que América Latina se había transformado en la región más combativa «contra el neoliberalismo de la Escuela de Chicago». La llegada de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil en 2002 fue vital para parar los tratados de libre comercio que Estados Unidos negociaba entonces. También fue clave para potenciar suprainstituciones regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) o incluso la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Inicialmente Estados Unidos se replegó en aliados tradicionales, como Colombia. Y el espacio dejado fue paulatinamente ocupado por Rusia y, sobre todo, por China. Entre 2007 y el 2012 China invirtió 240.000 millones dólares en América Latina. Durante estos años, jugando el papel del mal menor, China ha encontrado en la presencia económica su catapulta geopolítica. En Ecuador, compra deuda pública a cambio de commodities. La base espacial que China construye en la Patagonia argentina podría incluso tener uso militar. El canal interoceánico que el millonario chino Wang Jing está construyendo en Nicaragua es otro desafío a la hegemonía estadounidense en la región. El “Fuera China”, que en Nicaragua llega a ser «Muerte al chino» no es una casualidad.

Por otro lado, las filtraciones de Wikileaks y Edward Snowden añadieron carne al asador geopolítico latinoamericano. El propio Lula defendió públicamente las filtraciones de Wikileaks de 2010. En junio de 2012, Ecuador concedió asilo a Julian Assange. Apoyar al nuevo enemigo público de Estados Unidos era una apuesta política planetaria del eje progresista. Las revelaciones de Snowden, en junio de 2013, reforzaron el idilio del bloque progresista con los cryptopunks globales. Defender el derecho del leak era el nuevo mantra antiimperialista. La propia Dilma Rousseff recriminó a Barack Obama por el espionaje de la National Security Agency (NSA) en la ONU. Activistas globales y el bloque progresista habían encontrado un nuevo frente común. Sin embargo, el apoyo de gobiernos latinoamericanos a Wikileaks y a Snowden, sumado al affair chino, produjeron un resultado inesperado: Estados Unidos, que no dejó de operar en la sombra para desestabilizar la región, como reveló Wikileaks, fue cocinando su plan B: un apagón geopolítico. Incentivó la Alianza del Pacífico, un duro golpe tanto para el Mercosur como para el ALBA. Y activó la extracción de petróleo en su territorio con el fracking para hundir el precio internacional y golpear a Venezuela, Ecuador y Brasil.

La gran paradoja es que muchos de los gobiernos progresistas de América Latina mantienen un relato revolucionario pero con muchas prácticas políticas de la derecha. Incluso neoliberales

La carambola: la nueva coyuntura ha dejado a América Latina fuera de algunos mapas. “Ni América Latina está presente en la coyuntura internacional, ni los grandes poderes globales, los tradicionales o los emergentes la toman en cuenta”, afirma Raúl Zibechi. Y por si fuera poco, Brasil, el gigante que osó levantarse contra Estados Unidos, el que abrazó a Assange y a Snowden, ha realizado un claro giro geopolítico. Dilma, más preocupada por conseguir un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU para Brasil, abandonó a América Latina. Además, engordando con dinero público sus multinacionales privadas, Brasil ha despertado a su vez el fantasma del subimperialismo en la región. “Estados Unidos ha ganado”, escribe Zibechi, denunciando el último acuerdo de Dilma con Obama, que desmantela el frente antiimperialista de América Latina.

Los hechos frente al relato

En El fin del relato progresista de América Latina, Salvador Schavelzon critica un modelo basado en “la ideología del consumo, el consenso del desarrollo y la agenda política de sectores religiosos”. El hundimiento del precio internacional de las commodities y el descenso de la demanda de China son un golpe para el modelo económico del bloque progresista que esquivó la crisis global manteniendo proyectos sociales. El bloque progresista sustituye, según Salvador, a “la clase trabajadora y a los movimientos sociales por familia y clase media”. Y todo inflado por estadísticas del consumo de los que dejaron de ser pobres según las estadísticas oficialistas. Sin embargo, la crítica más contundente de Schavelzon es que el nuevo “gobernismo” progresista tiene una extrema dificultad para “sostener el relato en el que se sustenta”.

El divorcio es total: el relato revolucionario choca con las prácticas políticas conservadoras o neoliberales de la real politik latinoamericana. Brasil hace juego al gran capital, el kirchnerismo se casó con Monsanto, Rafael Correa defiende la agenda del Vaticano. Pero todos mantienen su relato rojo. Y simultáneamente, criminalizan cualquier disidencia, encuadrándola como “neoliberal” o “derechista”. Ocurrió en el 19M ecuatoriano. Ocurre en el Brasil de Dilma, donde cualquier manifestación es tildada de “coxinha” (pijo), a pesar de que el Gobierno ha abandonado la izquierda. Y sucede en la Venezuela de Maduro, donde hasta Julio Cocco, un opositor independiente que se define como marxista y que saltó a la fama con su programa de YouTube Beta Político, es considerado un sospechoso derechista.

Además, los gobiernos progresistas de América Latina arrementen contra las revueltas de nuevo cuño, como el #YoSoy132 mexicano de 2012 o el #VempraRua brasileño de 2013. Y despliegan una cortina top down tejida de dicotomías políticas y antagonismo, que ya es el principal límite de los procesos tecnopolíticos de la región. La “construcción de un pueblo” y de “fronteras invisibles” contra las élites de las que hablaba Ernesto Laclau en La razón populista formó mayorías para conquistar el poder. Pero son el principal freno para la innovación política ciudadana cuando esa estrategia se lanza desde arriba. Casi siempre, una intervención del gobernismo descalificando alguna revuelta como “derechista” provoca un vaciamiento de las calles o un escoramiento hacia la derecha de las mismas (como ocurre en Ecuador o Brasil).

Casi siempre, una intervención del ‘gobernismo’    descalificando alguna revuelta como “derechista” provoca un vaciamiento de las calles o un escoramiento hacia la derecha de las mismas (como ocurre en Ecuador o Brasil)

Sin embargo, tampoco existe un crecimiento superlativo de la derecha, como argumentan los gobiernos progresistas. Cierto: la neocon guatemalteca Gloria Álvarez es una pop star, la red de think tanks  neoliberales de la región es fuerte (algunos vinculados a las FAES de Aznar), ciertos movimientos conservadores han dado el salto a la calle en Brasil y partidos conservadores ganaron las principales alcaldías de Ecuador y Bolivia. “El consumismo – escribe Raúl Zibechi – es el caldo de cultivo de las derechas. Están cosechando lo que sembraron”.

En Argentina, el partido Propuesta Republicana (PRO) de Mauricio Macri, pivote central de la coalición Cambiemos, ha demostrado una habilidad camaleónica para vestir su campaña de épica ciudadana. Y ahí reside una clave: mientras las izquierdas se alimentan del relato de su pasado, las derechas se maquillan, se adaptan. Y han activado un nuevo marketing trufado de apropiaciones narrativas. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) venezolana, bastante orientada a la derecha, ha basado su triunfo en un relato que incluía imaginarios populares. El Cambiemos de Macri fagocita la sonoridad de Podemos. El “Sí se pudo” que se gritaba en la sede caraqueña de la MUD el pasado domingo tenía musicalidad 15M. Sin embargo, el país en el que la derecha se ha adueñado con mayor descaro del relato de las calles es Brasil. El caso extremo lo representaría el Movimiento Brasil Libre (MBL), que defendiendo el neoliberalismo más radical ha fagocitado el imaginario, los memes y las siglas del Movimiento Passe Livre (MPL) que encendió las revueltas de junio de 2013. La derecha sigue empuñando banderas rojas y teniendo estructuras jerárquicas. La derecha neoliberal se disfraza, se diluye. Reinventa sus iconos. Se apropia del relato del enemigo.

Sin embargo, la nueva derecha latinoamericana puede tener trasfondo neoliberal, pero difícilmente se atreverá a tocar algunos logros del legado progresista. El Macri que acabó su campaña haciendo ofrendas a la Pacha Mama prometió mantener los programas sociales del kirchnerismo y no revertir las nacionalizaciones. Ni siquiera el conservador Aécio Neves, llegando al poder, cancelaría el programa asistencial Bolsa Familia creado por Lula. El MUD venezolano, lejos de finiquitar el chavismo, no va a atreverse a tocar los logros sociales del pasado o la nacionalización del petróleo: va a apostar por mejorar la vida cotidiana.

La principal amenaza del eje progresista no es ni su fallido modelo desarrollista ni el imperialismo ‘yanquee’ o chino: es su incapacidad de adaptar su ‘story telling’ al presente

El agotamiento de la izquierda

El estudio realizado por los investigadores Pablo Ortellado, Esther Solano y Lucia Nader sobre las manifestaciones que piden el impeachment de Dilma, calificadas como “fascistas” por el PT, arrojó una sorprendente bomba: los manifestantes defienden pautas progresistas. El 98% defiende la educación pública, el 97% la salud universal. Y es que el satanizado “eje bolivariano”, aunque desaparezcan todos sus gobiernos, ya ha ganado: han consolidado la democracia, la inclusión social, la equidad. No habrá golpes de Estado. La derecha, aunque gane algunos gobiernos, no podrá nunca desarrollar las políticas del shock neoliberal made in Escuela de Chicago. Por si fuera poco, la sociedad civil se ha apropiado de los relatos de la resistencia del eje progresista. Y navega con nuevas dinámicas, con y sin gobiernos, dentro y fuera de los partidos. En Guatemala y Honduras, los recientes movimientos de Indignados han conquistado para los movimientos populares la pauta anticorrupción, casi siempre en manos de la derecha. Por otro lado, aunque los gobiernos progresistas ya no estén tan alineados con Assange y Snowden, la sociedad latinoamericana está liderando la lucha contra la vigilancia masiva. “La población no está en contra de las políticas del bloque progresista. Están cansados de su forma de hacer política”, asegura el politólogo argentino Matías Bianqui.

El futuro de América Latina no será bolivariano. Tampoco exactamente lo contrario. Y el legado del eje progresista seguirá siendo visible. De la memoria histórica de Argentina a la erradicación de la miseria en Brasil, de la inversión en educación de Correa a la democratización tecnológica del chavismo, la huella es casi indeleble. Y si hay una crítica que hacerle al bloque es que ha sido demasiado poco bolivariano: no ha profundizado en cambios estructurales. La reforma agraria de Brasil tendrá que esperar. El cambio de matriz productiva soñado por Correa no ha comenzado. Y el petróleo manda. La principal amenaza del eje progresista no es ni su fallido modelo desarrollista ni el imperialismo yanquee o chino: es su incapacidad de adaptar su story telling al presente. Dar voz al relato polifónico y ciudadano que reinventa la simbología de la izquierda ayudaría a modificar a su vez las prácticas de gobierno. Y tal vez así comenzaría a vislumbrarse la salida del túnel de la falsa dicotomía y del apocalíptico discurso del «inevitable fin de ciclo».

No existe una alternativa clara y única para las izquierdas clásicas latinoamericanas, pero el progresismo no está muerto. Ni en lo micro ni el lo macropolítico. La derecha reciclada / camuflada lleva delantera. Pero no tiene todavía la hegemonía del cambio. Pedro Kumamoto, primer diputado independiente de México, representa como nadie una bifurcación al relato del bloque progresista. Y se vislumbra como el que mejor ha mimetizado la narrativa del enemigo conservador y cool que se disfraza de nuevo. Con el lema “Ocupar la ciudad, habitar la política”, Kumamoto consiguió alzarse como diputado federal por el distrito 10, en Jalisco. Siendo progresista y antineoliberal, conquistó un distrito conservador. Prácticas disruptivas y narrativas agregadoras, de la mano. Y por la izquierda. Wikipolítica, su colectivo, se expande por todos los Estados de México. Un detalle: para bien y para mal, no está todavía registrado como partido político.