La ciudad es una selva

yeswecamprome

Este texto es una remezcla de Esbozo del manifiesto del arte de propaganda (Fortunato Depero, 1929), Las ciudades invisibles (Italo Calvino, 1972 ), Bienvenidos a la ciudad más libre del mundo (Gianfranco Sanguinetti, 1977), Para una guerrilla semiológica (Umberto Eco, 1987), Los invisibles (Nani Balestrini, 1987), Esta revolución no tiene rostro (Wu Ming, 2002), Multitud (Toni Negri – Michael Hardt, 2004), Generación Post-Alfa (Franco Berardi BIFO, 2007). No se han usado palabras no contenidos en dichas publicaciones. Se han ensamblado frases completas. Esta remezcla italiana es un homenaje a las luchas de dicho país en el contexto de la acción-proceso #19O #sollevaziones de 2013.

La ciudad es una selva. Los guerrilleros urbanos conocen su territorio de manera capilar, y eso les permite reunirse y atacar en cualquier momento y luego dispersarse en sus escondrijos. Velocidad, practicidad, electricidad. Desobediencia y resistencia, sabotaje y deserción, contrapoder y procesos constituyentes. Aquí nos hayamos frente a una especie de abismo. Contra el guetto, contra el clero, contra los machos, contra la escuela, contra el aburrimiento.

Aquí nos hayamos frente a un espacio estratégico desconocido, ¿qué puede llegar a ser la multitud? Un ruido que viene de todas partes. Un gran dragón multicolor tatuado. La prosa carnavalesca es la que rechaza el monólogo y la pretensión de una verdad acabada. La verdad no nos salvará. Lo carnavalesco, el diálogo y la narración pueden adoptar la forma de la multitud.

La ciudad es una selva. Con el paso del tiempo, las palabras fueron sustituyendo a los objetos y los gestos. Por eso hay que seguir narrando, montando las historias como si se tratase de espacios públicos para habitar, transformar y recorrer y no sólo para visitar y admirar. El enfrentamiento se produce entre narraciones abiertas y narraciones cerradas. Historias que muestran el funcionamiento de la máquina mitológica e historias que lo esconden. Narradores que se dirigen a otros potenciales narradores y vendedores de historias que buscan sólo compradores. La batalla por la supervivencia no se gana en el lugar de donde parte la información si no de donde llega.

Saber lo que no hay que hacer, es actualmente tan importante como saber lo que hay que hacer. En una época en que las ideas se vuelven peligrosas no se trata de predicar otra idea de riqueza, sino de crear un movimiento de ricos, es decir, de personas libres que no posean nada, que tengan necesidades de poquísimos y de disfrutar del proprio tiempo como propiedad inalienable. Un movimiento del ocio y del sabotaje, un movimiento de la substracción y de la lentitud, multiplicado por la infinita velocidad de la red.

El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía. Nos confundimos, nos abrazamos. ¡Música maestro! ¡El trabajo es el sabotaje de la vida, saboteemos el trabajo! ¡Destrucción de la sociedad del espectáculo! Volver a la ofensiva significa: organizar la autodefensa de los territorios conquistados. El grado de autonomía real que sepamos alcanzar con relación a los cadáveres del pasado decidirá la suerte de nuestro movimiento. ¡Música maestro! Nosotros somos nuevos, pero somos los de siempre. Somos viejos para el futuro, ejercito de desobediencia cuyas historias son hachas, en marcha desde hace siglos sobre este planeta.

Volver a la ofensiva significa: generalizar y radicalizar la insubordinación contra toda jerarquía, ejercitar nuestra creatividad contra la sociedad del espectáculo, sabotear las máquinas y la mercancía, promover huelgas salvajes indefinidas. La cuestión no es táctica, sino estratégica. Hay que seguir narrando.

La ciudad es una selva. La ciudad es una telaraña de relaciones intrincadas que buscan una forma. En cada segundo, la ciudad infeliz contiene una ciudad feliz que ni si quiera sabe que existe.

Tenemos la mala suerte de vivir en un tiempo interesante.

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